LA CONQUISTA DE LOS CAXCANES.
Después de la conquista de los aztecas, los españoles sienten tanta confianza en ellos mismos, que deciden conquistar todo el nuevo territorio, pues descubren que aquellas tierras son el cuerno de la abundancia.
Es a Nuño Beltrán de Guzmán, a quien se encomienda la conquista del occidente, hombre ambicioso y sin escrúpulos, que por medio de la violencia reduce a los naturales de las tierras que va a dominar.
Pero los chichimecas no resultaron una pieza fácil de digerir. Entre ellos, había un grupo especial que se hacían llamar Los Tezoles. Descendientes directos de los aztecas y guardianes de los tesoros, vivían a lo largo del cañón de Juchipila, principalmente en lo alto y a las faldas del Tlachialoyantepek, aquel cerro que en castellano, por su traducción del náhuatl y por las líneas que se miraban en uno de sus barrancos los españoles lo llamaran. El cerro de las Ventanas.
Fue precisamente ahí que se libró la primer batalla contra Nuño de Beltrán y sus tropas tlaxcaltecas y michoacanas. En esa primer batalla murieron cientos de Tezoles, pero a pesar de la derrota, el punto quedó fijo, nunca serían conquistados, a pesar que durante diez años vivieron en supuesta armonía.
Luego de eso llegaron los encomenderos y los recaudadores, se inició la fundación de las ciudades de Xalpa, Xochipilli y Moyahuac, por lo que los españoles necesitaban de la colaboración de los naturales y de sus recursos tanto de trabajo como comida.
Fue en una de las cuevas, que muchos años mas tarde se le llamara la cueva de Montoya, el cacique de Xochilpilly llamado Tencuitlatl, al mirar que el recaudador subía con mucho sacrificio la cuesta del cerro de las Ventanas para irles a robar la comida, que inmediatamente mandó esconder su maíz, sus coztacuales secos, su carne de venado, su sal y encendió una fogata y sobre de ella puso una vasija con agua y algo de quelites. Cuando el recaudador llegó hasta con él y por medio de un traductor le exigió le entregara lo que tuviera de comida. El indio tezol le señaló la vasija con quelites.
__¡No indio! __ Le gritó el español __Quiero tu carne, maíz, oro si lo tienes.
__ Caxcan__ Con tranquilidad le respondió el tezol
__ Dame lo que tengas
__ Caxcan
Ni siquiera volteaba a verlo, solo respondía muy tranquilo, caxcan. Sus compañeros que estaban cerca de la cueva, al escuchar la respuesta empezaron a reír y a gritar al mismo tiempo, __¡Caxcan, caxcan, caxcan!
__¿Que significa caxcan?__ Le pregunto el recaudador al traductor
__ No tengo, no hay, ¿De dónde te doy?
__Mi caxcan, mmmmmm, dile que no le creo.
El chichimeca tezol, siguió diciendo, caxcan, caxcan.
Rendido el recaudador siguió a la siguiente cueva, cuando pidió la contribución aquel otro indio respondió en tono burlesco__ Caxcan, caxcan….
Ese día el recaudador bajó del cerro con las manos vacías. Para ese momento la acción de aquel indio tezol, ya se sabía en todo el poblado de Chiricuita, Contitlán, Xochilpilly y Atemajac y un poco más de tiempo en Nochixtlan, Teocaltiche, el Teul, Tlaltenango y todo el territorio Chichimeca, de tal manera que en cuanto se iba acercando el recaudador, los dueños de las casas le empezaban a gritar __ ¡Caxcan, caxcan! __ Y fue una manera muy tranquila de quitarse a aquellos pediches. Aunque eso les hizo ganarse ese mote, los caxcanes. Los valerosos CAXCANES.
Sin embargo eso hizo que los dueños de haciendas les tomaran mas odios, eso y que eran muy rebeldes para trabajar en minas y parcelas, menos aun en las construcciones de iglesias y casas de los blancos, por lo que eran vejados y goleados constantemente.
Por eso nacieron las guerrillas. Tenamaxtle en Nochixtlan, ya había sido bautizado y conocía la lengua de los españoles, le habían otorgado el nombre de Francisco.
El mismo indio que inventara decirle caxcan al recaudador, Tencuitlatl, fue también quien reuniera a una gran cantidad de brujas en el cerro de las Ventanas, para que hicieran un gran arrelaque en contra de la religión católica y sus frailes. Eso llamó la atención de otros caciques indios y un día decidieron unirse para luchar contra aquellos hombres blancos y crueles.
Fue en el cerro de las Ventanas aquella reunión. No sabían que hacer exactamente, seguían temiendo a los hombres blancos y sus caballos. Tenamaxtle habló. Frente a todos los caciques caxcanes
__ Hace muchos años, en este lugar mágico, en donde nos esperan los príncipes Macaco y Mapila, en este cerro que tiene ojos, en donde hay una puerta que abre a el agua de nunca envejecer. El príncipe Macaco me lo dijo: Tú serás general de todos los nuestros cuando estos ambiciosos nos traten igual que a nuestros hermanos aztecas. Tú habrás de luchar por la libertad, porque el hombre ha nacido para ser libre, no esclavo de otro hombre, y has de hacer lo que se tenga que hacer.
__¿Y qué podemos hacer? __ Preguntó Don Diego, un cacique zacateco ya bautizado.
__ Matar, solo matar__ respondió tranquilo Tenamaxtle.
__ Ellos dicen que tienen un Dios poderoso, y una Diosa bonita.
__ Eso no importa__ Gritó colérico Tencuitlatl __ Yo les voy a demostrar que su Dios no es más poderosos que mi mano.
Y sin agregar mas, corrió cerro abajo seguido por los otros caciques, corrió sin parar al lugar en donde construían el convento de Xochilpilla, se detuvo frente a las paredes y ahí gritó, por el grito salió el recaudador.. Tencuitlatl se le acercó sonriente, y mientras decía __Caxcan, caxcan….__ levantó su arco, puso una flecha y sin más la lanzó atravesándole el cuello,
Con aquello los otros caciques tomaron valor y empezaron a gritar y a lanzar flechas contra toda persona blanca que miraban, De inmediato los blancos restantes corrieron a esconderse tras las paredes del convento, mientras miraban que eran liberados sus esclavos y ardían sus casas y el techo de la iglesia, luego empezaron a llorar y a pedirle a Santo Santiago que los protegiera. Dice la leyenda, que algo surgió de entre las llamas, algo parecido a un hombre montando un caballo blanco con una espada en la mano, con la cual golpeaba a los caxcanes. Leyendas iguales se escucharon en Moyahuac, Huiscolco, Atemajac, y otros lugares….Leyendas, solo leyendas. Lo bueno estaba por venir, en la guerra del Mixtón.
Como siempre, la narrativa es realmente impresionante. Aunque a mí más me impresiona esa combinación mágica de la fantasía y la imaginación; producto (sin duda alguna) de la influencia que tuvo el escritor en aquella contadora de cuentos de aquellos tiempos cuando el patio de su casa se colmaba de chiquillos que jugaban a la guerra. La realidad y la ficción juegan y coquetean en estos dos primeros capítulos; se acercan y se separan en diferentes tiempos y espacios. FELICIDADES FRANCISCO RODRIGUEZ LOPEZ!
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