EPÍLOGOS
El
Remolino prácticamente desaparece durante la época de la colonia. Solo
hay algunos jacales en lo que se llamaría Rio Adentro, hay jacales en algunos
lugares en el valle, en la loma del cerrito de los zapateros, a la orilla del
arroyo, pero nada que se pudiera llamar un rancho en si. Durante esa época se
construyen los calicantos, tanto en el arroyo de Amoxochitl como en la orilla
del río, para llevar agua a Contitlán, Guadalajarita y el vallecito al pie del
cerro de las Ventanas. Se plantan cañaverales, se siembran cuamiles de
maíz, fríjol y calabaza, en algunos lugares se siembra algodón y trigo, pero no
existe ningún pueblo o rancho que lleve nombre alguno.
He aquí,
lo que sucedió con algunos de los personajes que hasta el momento hemos leído.
Tenamaxtle.
El gran
guerrero caxcán. Durante diez años, después de las muertes de Tencuitlatl y
Yoltic, se dedica a hacer guerra de guerrillas, se convierte en un verdadero
terrorista, junto con su banda de indios renegados ataca todas las poblaciones
del que fuera territorio caxcán, matando españoles y quemando sus
construcciones. Moyahua tiene que ser trasladada de lo que se llamó Moyahua
viejo a el lugar donde está la actual, porque ahí había mejor protección.
Guadalajara iba a ser fundada en lo que hoy es Nochistlán, pero se traslada a
el valle de Atemajac, por las mismas razones de seguridad, aunque allá también
es incendiada varias veces.
Finalmente
Tenamaxtle, que en el fondo era un pacifista, conoce a Fray Bartolomé de las
Casas, el protector de los indios y este fraile lo convence para que se
entregue, con la condición que lo lleven a España a hablar directamente con el
rey y explicarle las razones por las que lucha y pedirle que sus tierras le
sean devueltas, que el solo lucha por defender sus derechos y en realidad solo
se esta defendiendo.
Finalmente
es llevado a España, se sabe que llegó a la corte y fue escuchado, pero
obviamente no le hicieron caso. Nunca fue regresado a su Zacatecas
natal, no se sabe en donde murió ni de que manera, pero en la actualidad la ONU
lo ha reconocido como el primer luchador de los derechos humanos….sea
pues, descanse en paz.
Luisa
Quiroga y su esposo don Diego Rodríguez.
Luego
que doña Luisa fuera supuestamente rescatada de el secuestrador Yoltic,
volvió a Jalpa con su esposo don Diego Rodríguez. Jamás volvió a tener
intimidad con él. Se volvió una mujer muy fuerte y fue capaz de enfrentarlo,
dejó de ser la mujer humillada para volverse humilladora. La sangre que bebiera
de Yoltic la hizo muy valiente, de tal manera que cuando aquel hombre quiso
golpearla de nuevo, como lo hacía antes, ella se le puso al tú por tú y le ha
dado tal golpiza que el hombre tuvo que ser recluido al naciente Hospital de
Jalpa mineral por más de un mes, por eso no tuvo valor de reclamarle que
posiblemente el hijo que ella engendraba no era de él y se resignó a aceptarlo
y darle su nombre.
El
orgullo de aquel hombre no pudo superar el trauma y empezó a enflaquecer, cinco
años después que naciera Alejandro, don Diego se suicidó colgándose de un árbol
de guaje.
Doña
Luisa quedó como dueña única de todo lo que fuera la reciente Jalpa mineral,
volviéndose una mujer muy poderosa.
Cuando
su hijo Alejandro llegó a la edad adulta, ella decidió contarle el secreto del
cerro de las Ventanas, llevarlo para que tomara de aquella agua y a ella le
diera de su sangre, así los dos fueran eternos. Pero, el día que decidió
hacerlo, en cuanto empezó a contarle de el agua que salía de la tierra en
aquella ciudad extraña, sin que hubiera nubes ni estuviera lloviendo, tronó un
rayo y fulminó a la mujer. Se olvidó que había prometido jamás revelar el
secreto y si olvidaba su promesa, ese mismo día iba a morir y así fue.
Epifanio
Roldan.
El
otro que conocía el secreto y quien en verdad lo aprovechó, fue Epifanio
Roldán, quien viviera por más de trescientos años bebiendo de aquella
agua milagrosa.
Luego
que mataran a Yoltic y le fuera entregado el cerro de las Ventanas por el
encomendero, se dedicó a enriquecerse. De la ciudad escondida sacaba
tesoros y con eso compró muchas tierras. Mandó traer ingenieros de España y
construyó muchos diques de calicanto, en el arroyo de Amoxochitl hizo muchas
represas par elevar el agua y regar sus cañaverales, terminó de construir el
convento de Juchipila y aunque era muy rico, la gente no se explicaba porque
prefería dormir en una cueva de aquel cerro.
Solo que
Epifanio tuvo un problema muy grande, el agua del cerro la bebía día con
día, eso lo hizo muy poderoso y su maldad se incrementó, pero no
envejecía.
Sexualmente
era muy activo, las mujeres eran su obsesión y tuvo un verdadero
harem. Construyo su hacienda en Guadalajarita y ahí convivía con
todas ellas. Se convirtió en un seductor de jovencitas y en una ocasión sedujo
a tres hermanas de Apozol para llevárselas a vivir con él. El padre de las
niñas lo acusó ante las autoridades de Juchipila, pero Epifanio, siendo muy
poderoso, compró a las autoridades y no le hicieron nada. Entonces el padre le
las jovencitas, investigó sobre la edad de aquel hombre, sus hechos y su historia,
concluyendo que en aquel momento, mínimo debería de tener cien años, pero se
miraba como si tuviera veinticinco, entonces lo acusó ante la Santa
Inquisición, por tener pacto con el diablo.
Epifanio
tuvo que huir de su querido Cerro de las Ventanas y llegó al valle de
Valparaíso, en donde volvió a hacer fortuna rápidamente, pero ahí ya no cometió
el mismo error que en Juchipila, ahí solo vivió por quince años y luego se fue
a España, regresaba y hacía otra hacienda en un lugar distinto y así vivió en todo
lo que se conociera como nueva Galicia. Volvía diciendo que era su propio hijo,
se auto heredaba y así nunca perdió su fortuna.
Una vez
al año regresaba al cerro de las Ventanas y acompañado de una veintena de
sirvientes, entraba a la ciudad secreta y llenaba cien cántaros de aquella agua
azul, con lo que garantizaba su eterna juventud. Después de que llegaba al
lugar en donde estuviera residiendo, juntaba a los sirvientes que le habían
ayudado y les ofrecía una comida en agradecimiento por su ayuda, pero aquella
comida estaba envenenada, por lo que así se aseguraba que nadie supiera
su secreto.
Con las
miles de mujeres que cohabitó durante su larga existencia tuvo más de
quinientas hijas, pero no le daban ningún hijo varón. Esa era una de las pocas
cosas que lo mortificaban, mirar que sus hijas nacían, crecían y envejecían
para luego morir. Nunca fue capaz de darles de su sangre para que ellas fueran
eternas. Le dolía irse de los lugares y dejar a sus hijas, pero por el miedo a
la Santa Inquisición tenía que hacerlo. Cuando volvía después de muchos años,
ya encontraba que ellas estaban ancianas o habían muerto. Por eso quería un
hijo varón para contarle su secreto.
Quienes
sabían de aquel poder, eran las brujas, porque ellas podían oler su sangre y la
deseaban. Se volvió un perseguido de ellas, muchas veces amaneció con los
talones mordidos porque ellas ahí chupaban su sangre, hasta que en
una ocasión, una bruja a quien enamoró, le dijo que si se ponía una cruz de
saliva en cada talón dejarían de morderlo.
Y así
vivió por tres siglos, huyendo de un lugar a otro, hasta que finalmente,
en las postrimerías del siglo XVIII nació su hijo Crisino. Con
desesperación esperó a que llegara a la adolescencia para llevarlo al cerro de
las Ventanas y contarle su secreto. Para su desgracia, cuando su hijo llegó a
los quince años, viajaron desde Fresnillo a Juchipila, pero al llegar a la
Mezquitera se encontraron a un grupo independiente y al descubrir
que él era español, lo colgaron en presencia de su hijo. Duró toda una noche
colgado del cuello y no moría, entonces asustados los independientes, hicieron
un hoyo muy profundo en el panteón y lo enterraron en vida. Dicen que aun
a veces se escuchan sus quejidos, porque Epifanio Roldan no ha muerto.
Para su desgracia no alcanzó a decirle su secreto a su hijo, pero en su sangre
ya iba implícita el poder de la sexualidad y eso si le heredó a su
descendencia.
Para
conocer los detalles de la descendencia del Epifanio Roldan, de debe de leer la
novela de el mismo autor, llamada *La panga* en esta novela se cuenta la
vida de Valente, un bisnieto de este personaje, quien tiene la característica
de que, cada vez que lanza una maldición, esta tarde o temprano se cumple.
Epifanio
nunca se imaginó que la última vez que fue a sacar agua de el cerró de las
ventanas, un hombre llamado Próspero Luna, había tomado un poco de agua
del cerro, eso hizo que cuando comió la comida envenenada esta no le hizo
efecto al cien por ciento, y con unos dolores tremendos pudo huir de la cueva
en donde los escondía Epifanio para que no descubrieran sus cadáveres.
Así, moribundo llegó a su natal Yahualica y le pudo contar a su hermano Gumaro,
de aquel cerro, en donde había aquel maravilloso tesoro.
Así fue
como, con la ilusión de encontrar aquellas riquezas llegó esa familia,
los Luna, desde tierras lejanas, buscando un tesoro que nunca encontraron; pero
eso se narrará en el siguiente capítulo, fundación de EL
REMOLINO………………………………………..
Efectivamente, La Panga, de Francisco Rodríguez es una novela que no se puede parar de leer desde el principio hasta su impresionante final. Está llena de erotismo y de una alta calidad descriptiva que es una de las fuertes cualidades de nuestro escritor.
ResponderEliminarYo le sugerí que le cambiara el título de La Panga a La Tanga, pero me juzgó de loco. Soy muy afortunado de guardar celosamente la copia original de esta gran novela, y CLARO, estoy más que dispuesto a rentarla como los cuentos de Kalimán. Eso sí, en cuanto la terminen de leer, me la regresan para que alguien más la disfrute. Aún no pierdo las esperanzas de que algún día se publique. Valdría la pena---S. Ocampo