El remolino historia fantastica: CAPITULO IX, EPÍLOGOS

lunes, 28 de mayo de 2012

CAPITULO IX, EPÍLOGOS

EPÍLOGOS




El Remolino  prácticamente desaparece durante la época de la colonia. Solo hay algunos jacales en lo que se llamaría Rio Adentro, hay jacales en algunos lugares en el valle, en la loma del cerrito de los zapateros, a la orilla del arroyo, pero nada que se pudiera llamar un rancho en si. Durante esa época se construyen los calicantos, tanto en el arroyo de Amoxochitl como en la orilla del río, para llevar agua a Contitlán, Guadalajarita y el vallecito al pie del cerro de las  Ventanas. Se plantan cañaverales, se siembran cuamiles de maíz, fríjol y calabaza, en algunos lugares se siembra algodón y trigo, pero no existe ningún pueblo o rancho que lleve nombre alguno.

He aquí, lo que sucedió con algunos de los personajes que hasta el momento hemos leído.

Tenamaxtle.
El gran guerrero caxcán. Durante diez años, después de las muertes de Tencuitlatl y Yoltic, se dedica a hacer guerra de guerrillas, se convierte en un verdadero terrorista, junto con su banda de indios renegados ataca todas las poblaciones del que fuera territorio caxcán, matando españoles y quemando sus construcciones. Moyahua tiene que ser trasladada de lo que se llamó Moyahua viejo a el lugar donde está la actual, porque ahí había mejor protección. Guadalajara iba a ser fundada en lo que hoy es Nochistlán, pero se traslada a el valle de Atemajac, por las mismas razones de seguridad, aunque allá también es incendiada varias veces.
Finalmente Tenamaxtle, que en el fondo era un pacifista, conoce a Fray Bartolomé de las Casas, el protector de los indios y este fraile lo convence para que se entregue, con la condición que lo lleven a España a hablar directamente con el rey y explicarle las razones por las que lucha y pedirle que sus tierras le sean devueltas, que el solo lucha por defender sus derechos y en realidad solo se esta defendiendo.
Finalmente es llevado a España, se sabe que llegó a la corte y fue escuchado, pero obviamente no le hicieron caso. Nunca  fue regresado a su Zacatecas  natal, no se sabe en donde murió ni de que manera, pero en la actualidad la ONU lo ha reconocido  como el primer luchador de los derechos humanos….sea pues, descanse en paz.

Luisa Quiroga y su esposo don Diego Rodríguez.
Luego que doña Luisa fuera supuestamente rescatada  de el secuestrador Yoltic, volvió a Jalpa con su esposo  don Diego Rodríguez. Jamás volvió a tener intimidad con él. Se volvió una mujer muy fuerte y fue capaz de enfrentarlo, dejó de ser la mujer humillada para volverse humilladora. La sangre que bebiera de Yoltic la hizo muy valiente, de tal manera que cuando aquel hombre quiso golpearla de nuevo, como lo hacía antes, ella se le puso al tú por tú y le ha dado tal golpiza que el hombre tuvo que ser recluido al naciente Hospital de Jalpa mineral por más de un mes, por eso no tuvo valor de reclamarle que posiblemente el hijo que ella engendraba no era de él y se resignó a aceptarlo y darle su nombre.
El orgullo de aquel hombre no pudo superar el trauma y empezó a enflaquecer, cinco años después que naciera Alejandro, don Diego se suicidó colgándose de un árbol de guaje.
Doña Luisa quedó como dueña única de todo lo que fuera la reciente Jalpa mineral, volviéndose una mujer muy poderosa.
Cuando su hijo Alejandro llegó a la edad adulta, ella decidió contarle el secreto del cerro de las Ventanas, llevarlo para que tomara de aquella agua y a ella le diera de su sangre, así los dos fueran eternos. Pero, el día que decidió hacerlo, en cuanto empezó a contarle de el agua que salía de la tierra en aquella ciudad extraña, sin que hubiera nubes ni estuviera lloviendo, tronó un rayo y fulminó a la mujer. Se olvidó que había prometido jamás revelar el secreto y si olvidaba su promesa, ese mismo día iba a morir y así fue.

Epifanio Roldan.
El otro  que conocía el secreto y quien en verdad lo aprovechó, fue Epifanio Roldán, quien viviera por más de trescientos años bebiendo  de aquella agua milagrosa.
Luego que mataran a Yoltic y le fuera entregado el cerro de las Ventanas por el encomendero, se dedicó a enriquecerse. De la ciudad escondida sacaba  tesoros y con eso compró muchas tierras. Mandó traer ingenieros de España y construyó muchos diques de calicanto, en el arroyo de Amoxochitl hizo muchas represas par elevar el agua y regar sus cañaverales, terminó de construir el convento de Juchipila y aunque era muy rico, la gente no se explicaba porque prefería dormir en una cueva de aquel cerro.
Solo que Epifanio tuvo un problema muy grande,  el agua del cerro la bebía día con día, eso lo hizo muy poderoso  y su maldad se incrementó, pero  no envejecía.
Sexualmente  era muy activo, las mujeres eran su obsesión y tuvo  un verdadero harem.  Construyo su hacienda en Guadalajarita  y ahí convivía con todas ellas. Se convirtió en un seductor de jovencitas y en una ocasión sedujo a tres hermanas de Apozol para llevárselas a vivir con él. El padre de las niñas lo acusó ante las autoridades de Juchipila, pero Epifanio, siendo muy poderoso, compró a las autoridades y no le hicieron nada. Entonces el padre le las jovencitas, investigó sobre la edad de aquel hombre, sus hechos y su historia, concluyendo que en aquel momento, mínimo debería de tener cien años, pero se miraba como si tuviera veinticinco, entonces lo acusó ante la Santa Inquisición, por tener pacto con el diablo.
Epifanio tuvo que huir de su querido Cerro de las Ventanas y llegó al valle de Valparaíso, en donde volvió a hacer fortuna rápidamente, pero ahí ya no cometió el mismo error que en Juchipila, ahí solo vivió por quince años y luego se fue a España, regresaba y hacía otra hacienda en un lugar distinto y así vivió en todo lo que se conociera como nueva Galicia. Volvía diciendo que era su propio hijo, se auto heredaba  y así nunca perdió su fortuna.
Una vez al año regresaba al cerro de las Ventanas y acompañado de una veintena de sirvientes, entraba a la ciudad secreta y llenaba cien cántaros de aquella agua azul, con lo que garantizaba su eterna juventud. Después de que llegaba al lugar en donde estuviera residiendo, juntaba a los sirvientes que le habían ayudado y les ofrecía una comida en agradecimiento por su ayuda, pero aquella comida estaba envenenada, por lo que así se aseguraba  que nadie supiera su secreto.
Con las miles de mujeres que cohabitó durante su larga existencia tuvo más de quinientas hijas, pero no le daban ningún hijo varón. Esa era una de las pocas cosas que lo mortificaban, mirar que sus hijas nacían, crecían y envejecían para luego morir. Nunca fue capaz de darles de su sangre para que ellas fueran eternas. Le dolía irse de los lugares y dejar a sus hijas, pero por el miedo a la Santa Inquisición tenía que hacerlo. Cuando volvía después de muchos años, ya encontraba que ellas estaban ancianas o habían muerto. Por eso quería un hijo varón para contarle su secreto.
Quienes sabían de aquel poder, eran las brujas, porque ellas podían oler su sangre y la deseaban. Se volvió un perseguido de  ellas, muchas veces amaneció con los talones  mordidos porque  ellas ahí chupaban su sangre, hasta que en una ocasión, una bruja a quien enamoró, le dijo que si se ponía una cruz de saliva en cada talón dejarían  de morderlo.
Y así vivió por  tres siglos, huyendo de un lugar a otro, hasta que finalmente, en las postrimerías  del siglo XVIII nació su hijo Crisino. Con desesperación esperó a que llegara a la adolescencia para llevarlo al cerro de las Ventanas y contarle su secreto. Para su desgracia, cuando su hijo llegó a los quince años, viajaron desde Fresnillo a Juchipila, pero al llegar a la Mezquitera se encontraron a un grupo  independiente  y al descubrir que él era español, lo colgaron en presencia de su hijo. Duró toda una noche colgado del cuello y no moría, entonces asustados los independientes, hicieron un hoyo muy profundo en el panteón y lo enterraron en vida. Dicen que aun  a veces  se escuchan sus quejidos, porque Epifanio Roldan no ha muerto. Para su desgracia no alcanzó a decirle su secreto a su hijo, pero en su sangre ya iba implícita el poder de la sexualidad y eso si le heredó a su descendencia.
Para conocer los detalles de la descendencia del Epifanio Roldan, de debe de leer la novela de el mismo autor, llamada *La panga*  en esta novela se cuenta la vida de Valente, un bisnieto de este personaje, quien tiene la característica de que, cada vez que lanza una maldición, esta tarde o temprano se cumple.

Epifanio nunca se imaginó que la última vez que fue a sacar agua de el cerró de las ventanas, un hombre llamado Próspero Luna, había tomado  un poco de agua del cerro, eso hizo que cuando comió la comida envenenada esta no le hizo efecto al cien por ciento, y con unos dolores tremendos pudo huir de la cueva en donde los escondía Epifanio para que no descubrieran sus  cadáveres. Así, moribundo llegó a su natal Yahualica y le pudo contar a su hermano Gumaro, de aquel cerro, en donde había aquel maravilloso tesoro.
Así fue como, con la ilusión de encontrar aquellas riquezas llegó esa  familia, los Luna, desde tierras lejanas, buscando un tesoro que nunca encontraron; pero eso se narrará en el siguiente capítulo, fundación de  EL REMOLINO………………………………………..

1 comentario:

  1. Efectivamente, La Panga, de Francisco Rodríguez es una novela que no se puede parar de leer desde el principio hasta su impresionante final. Está llena de erotismo y de una alta calidad descriptiva que es una de las fuertes cualidades de nuestro escritor.
    Yo le sugerí que le cambiara el título de La Panga a La Tanga, pero me juzgó de loco. Soy muy afortunado de guardar celosamente la copia original de esta gran novela, y CLARO, estoy más que dispuesto a rentarla como los cuentos de Kalimán. Eso sí, en cuanto la terminen de leer, me la regresan para que alguien más la disfrute. Aún no pierdo las esperanzas de que algún día se publique. Valdría la pena---S. Ocampo

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