Nacía el nuevo siglo, el siglo XX.
Juchipila y sus rededores sufrían las injusticias de los poderosos, que
amparados por la policía rural abusaban de los desvalidos, obligándolos a
trabajar doce horas diarias por un puñado de maíz o de camotes.
Florentina
Ríos parió ese año, 1900. Los dolores le empezaron desde el día dos de marzo,
era madre primeriza. Petra, su madre se veía preocupada. Mandaron traer a la
comadrona, doña Eliseida, pero esta mujer que había ayudado a tantas mujeres a
traer sus hijos al mundo, se sintió incapaz de ayudarla, ya otras veces había
visto el mismo caso.
__
El chamaco viene atravesao, yo creo que se nos va morir, y a lo mejor también
Florentina. No hay nada que hacer, solo que quiera ir a traer al dotor de
Juchipila, dicen que él sabe más, pos sabe, allá ustedes.
Antonio
no espero más, a toda carrera salió con rumbo a Juchipila. Llegó a la casa del
doctor Ramos y desesperado toco la puerta del zaguán. Una sirvienta acudió a atenderlo y lo invitó a pasar
al patio, como tenia ordenado hacerlo cuando alguien buscara al doctor. Ese día
el medico tenia visitas. En el patiecito de la casa, sombreados bajo un limón
estaba una mesa y sobre ella una jarra con agua de Jamaica. Seis hombres
alrededor de ella, sentado en sendas sillas discutían acaloradamente sobre la
situación del país. Antonio solo reconoció plenamente a dos, al doctor Ramos y a don
Crispín Robles, a los otros como que los había visto por ahí, a lo mejor no.
Con el sombrero en la mano se paró a cierta distancia, esperando que el doctor
lo atendiera. Desesperado escuchó a don Crispín Robles hablar.
__Y
dejen de eso, no todo son los abusos de los rurales, es la gente que se llevan
de Juchipila, nunca regresan. A veces sin motivo alguno. Se dice que se los
están llevando a Valle Nacional. Quién sabe.
__
Una revolución es lo que necesita el país. Alguien que se levante en contra de
don Porfirio __Dijo un viejo que Antonio a veces veía en el mercado.
__
Si don Brigido, una revolución para derrocar al viejo, pero, ¿Quién la inicia?
Ese es el pedo, quien encabece un movimiento. Para mi don Porfirio se reelige y
se vuelve a reelegir hasta que se muera, es mucho el miedo que le tenemos. A
menos que…
__Sssth
__ Hizo ese sonido el doctor Ramos para indicar que guardaran silencio al notar
la presencia de Antonio, eran palabras muy delicadas para la época y en nadie
se podía confiar.
__
¿Qué pasó? ¿Quién eres? ¿Qué quieres?__Dijo molesto el galeno.
__
Yo soy de aquí del Remolino, venía a ver si puede ir a ver a mi señora, va a
tener un chamaco y no puede parir.
__
¡Y la partera pues! __Dijo molesto don Crispín Robles __ llévasela.
__
Ya fue, pero dice que el chamaco viene de nalgas, que no puede hacer nada, que
se pueden morir los dos.
__
Bueno, bueno, ni hablar, se acabó la charla señores, el deber me llama.
__
Si quiere yo voy doctor Ramos, usted quédese atendiendo sus visitas__ Dijo un
joven que Antonio no había visto nunca, pero que tenía el tiple de habla como
la gente de los Altos de Jalisco.
__No
doctor Mariano, no, como cree. Además también
usted es mi visita, pero es más, porque no me acompaña y entre los dos ayudamos
a esa mujer.
__
Con mucho gusto. Un honor trabajar al lado suyo.
El
doctor ordeno que engancharan su calesa mientras se despedía de sus invitados.
Una vez que estuvo en la calle la abordaron él y a quien llamara doctor
Mariano, Antonio fue a un lado de ellos caminando.
__
¿Cómo la ve doctor Mariano con estos locos anti porfiristas?
__Locos
igual que usted y yo doctor Ramos. Es un gusto conocerlos. Qué bueno que usted
es el único que tenía este libro de anatomía que me ha regalado y por el que
vine desde Lagos. Mi logro no ha sido conseguir el libro, mi logro ha sido el
escuchar a personas como ustedes, con las que me identifico plenamente. Le digo
una cosa, yo si creo que va a haber una revolución, ¿Cuándo? No sé, pero sépaselo desde ahorita,
Juchipila será la cuna de ese movimiento.
Así,
charlando llegaron al Remolino. En donde con mucha pena les anuncio Antonio.
__Han
de dispensar ustedes, pero la enferma no está aquí en el Remolino, está en la
Boquilla del Rio, ahí nomás enfrente, pasando el rio pues. Es que ando
desmontando un cuamil y allá estamos viviendo.
__¡Uf!,
bueno pues, llevamos para allá pues.
Salieron
del camino real y tomaron con rumbo al rio, lo pasaron, llegaron a unos jacales
y ahí dejaron la calesa porque ya no podía pasar, pues el camino se reducía y
solo se pasaba a pie, pues era por una peña pegada al rio, en donde solo se
podía pasar por el bordo de cal y canto que hacía las veces de un canal de
agua, luego llegaron a un planito, ahí había otros jacales.
El
doctor Mariano miraba emocionado el paisaje, pues de repente habían entrado en
un cañon, entre el cerro del guaje y el cerro de las Ventanas. Era un paisaje
bellísimo. Laderas casi verticales por ambos lados rematando en peñascos, al
pie un hermoso rio de aguas cristalinas. Luego se pensó para sus adentros,
lugar idóneo para una emboscada de bandidos. Si aquí nos quieren robar, ni para
donde hacernos.
Desde
antes de llegar al jacal escucharon los gritos de Florentina. Ya estaba desde
el día anterior con aquellos dolores. De inmediato los hombres entraron a la
estancia. Muy oscura por carecer de ventanas.
__
A ver tu __ Le ordeno el doctor Ramos a Antonio __ Ayúdanos a sacar a esta
mujer al sol, aquí no se ve nada.
Así
lo hicieron y la acostaron en un petate a la sombra de un guamúchil. Algo
retirada doña Eliseida la partera solo observaba. Los doctores ordenaron que
trajeran agua caliente. El doctor Mariano se sorprendió al mirar que era de color
azul.
__
No se asuste doctor Mariano__ le explico el doctor Ramos__ el agua es limpia,
solo que estos rancheros les gusta aventarle troncos de un árbol que se llama
varaduz a los pozos, y esos troncos pintan el agua. Pero el agua es limpia.
__
Es que en Jalisco también hay manantiales de agua azul doctor, pero no tan azul como esta.
Ya
afuera y con las manos lavadas, los dos galenos analizaron la situación. La
mujer ya estaba muy mal, el feto no podía salir por venir de nalgas. Se
miraron, la situación era muy delicada. La mujer no paraba de gritar.
__
Mire doctor Mariano, la criatura esta atorada. A lo mejor ya está muerta. Voy a
meter la mano en la mujer y con el puño voy a empujar al niño hacia adentro,
usted intente acomodarlo apretando sobre el abdomen de la mujer, no le importe
que grite y llore, lo importante es sacarlo, a ver si podemos voltearlo y que
se venga de cabeza.
Así
lo hicieron, el doctor Ramos metió la mano en el cuerpo de Florentina y con un
empujón volvió a meter el pequeño cuerpo que pugnaba por salir, al mismo tiempo
Mariano lo masajeo y como un acto milagroso, el cuerpecito dio vuelta dentro de
su madre y quedo de cabeza apuntando a la salida, al momento salió disparado
por lo cual prácticamente tuvo que cacharla el doctor Ramos. Inmediatamente
cortaron el cordón umbilical, luego el médico tomándola de las patitas le dio
una nalgada y se escuchó un llanto que retumbo por aquellos lares.
__
Una niña doctor Mariano. En hora buena señora, tiene una hermosa y muy blanca
niña.
Con
rabia volteo a verla Florentina que aun jadeaba por el esfuerzo hecho.
Respondió malhumorada.
__
Una vieja, pa acabarla, una vieja. Por eso me hizo sufrir tanto. Llévesela de
aquí, no quiero verla.
Los
doctores que reían satisfechos por su buena labor, se miraron uno al otro. No
podían creer lo que estaba diciendo aquella mujer. Mariano tomo a la niña y con
ella en brazos llamo a las otras mujeres, que a distancia gritaban emocionadas
al ver el buen resultado, Petra, la abuela entre ellas.
__
Traigan una cobijita y ropita para que cambien a esta criatura __Luego
dirigiéndose al padre de la recién nacida dijo__ Señor Antonio, felicidades, es
papá de una hermosa nenita.
Antonio
veía emocionado a su primogénita. No podía creer en tanta belleza, veía a su
hijita como un angelito.
__
¿Cómo le vas a poner a tu nena? __ Le pregunto el doctor.
__
Pos habíamos pensado que si era hombre, se llamara Martin, pero como salió
mujer, quiero que se llame Casimira, si, así, Casimira Quintero Ríos. Hasta su
nombre se escucha bonito. Porque nació un día bonito, hoy, el tres de marzo,
que no hace ni frio ni calor…ella va a ser muy feliz, de eso me encargo yo. Y
ahora si hágame el favor de decirme como se llama usted doctor, y dígame
también cuanto le debo.
Mientras
se estrechaban fuertemente las manos, el galeno respondió.
__Mi
nombre es Mariano Azuela, y a mí no me debe nada, yo solo soy el acompañante
del doctor Ramos, pregúntele a él.
__
Pues gracias doctor, pero si no me va a cobrar nada, entonces dígame en donde
vive, para llevarle unas pitayas ahora que se nos vengan en mayo, y unos
guamúchiles ya que se den.
__No
amigo, eso va a ser muy difícil, yo vivo en Lagos de Moreno, muy lejos de aquí.
Así que va a ser difícil que me des las pitayas. Yo solo vine por un libro con
el doctor Ramos y me lo ha regalado, así que no se lo voy a regresar. Va a
estar muy difícil que yo regrese por aquí algún día.
Que
equivocado estaba el doctor Mariano Azuela. Él iba a volver quince años
después, herido de bala en una pierna, cuidando también a un coronel herido y los iba
a atender nada más ni nada menos, que la niña que acababa de traer al mundo, en
quien luego se inspirara y la llamara Camila en lugar de Casimira en su tan
famosa novela “Los de abajo” pero eso, es un capitulo que narraremos más
delante.
Equivocado
también estaba Antonio. Casimira no sería tan feliz como él deseaba, al menos
no en su infancia.
Ese
año Antonio con anticipación reunió a sus compañeros de danza para empezar a
ensayar. Le había prometido a la Santa Cruz, que si su hija nacía bien, él se
encargaría de organizar la danza y que le bailarían en todas las fiestas de la
comarca. Por eso su preocupación de que estuviera bien ensayada. Desde mediados
de marzo, apenas dejaba de trabajar por la tarde, ya fuera en la desmonta de su
cuamil, o en el trapiche, se iba a la plaza de El Remolino y ahí se reunía con
sus compañeros. Desde esa hora hasta las diez de la noche, danzaba y danzaban,
preparándose para las ya muy cercanas fiestas del mes de mayo.
Había
una cosa que se le hacía extraña, que casi todos los días cuando el regresaba,
se encontraba en el camino a el mentado Machete. Aunque estaba oscuro, notaba
una sonrisa de burla en aquel personaje, quien siempre aludía cualquier cosa
por la que venía del otro lado del rio. Al llegar a su casa encontraba a su
esposa ya dormida, o que se hacia la dormida para no hablar con él.
Cuando
pasaron los cuarenta días del nacimiento de su hija, Antonio exigió que se
reanudaran las relaciones maritales, como era la costumbre por aquellos
lugares, pero Florentina lo rechazo, aduciendo que había quedado mal después
del parto y que estaba adolorida, que dejara que pasaran al menos tres o cuatro
meses. Antonio era un hombre joven, vigoroso, necesitaba de su atención, pero
se tuvo que resignar.
Ese
año en las fiestas del tres de mayo, Antonio noto algo extraño en su esposa y
el amante de su suegra. Mientras el danzaba delante de la procesión, alcanzo a
ver como que su mujer alegaba algo con el machete. La miro enojada, con el ceño
fruncido como se le ponía cada vez que algo la molestaba. El tal machete
sonreía cínicamente. En la plaza, frente a la Cruz, mientras danzaba buscaba a
su esposa entre la gente y no la encontró, luego de algunos sones se tomaron un
descanso y de inmediato Antonio se dio a la tarea de buscarla. Se sentía
molesto, tan molesto como don José Torres que corría de una higuera a otra,
alejando a la gente que se acercaba para tocar aquellas hojas tiernas,
grandes y tan verdes.
__
¡Háganse pa allá con una
chingada! ¡Que no entienden que las pueden secar porque traen las manos llenas
de manteca! __Ahí dejó Antonio al
buen hombre con sus gritos y sus cuidados, gracias a don José Torres fue que sobrevivieron aquellas
plantas. Antonio siguió en la búsqueda de su esposa. Se encontró a su suegra
que cargaba a Casimira.
__
Oiga ¿Y Florentina?
__
Pos sabe, también la ando buscando, esta criatura no para de llorar porque no
ha comido y ni sus luces de esta. Ni tampoco encuentro al machete, me dijo que
quería chicharrones y no me dio dinero. Sabe dónde se habrá metido.
Antonio
no dijo nada. La última vez que los había visto era en el zanjón, cuando paso
la peregrinación, hacia allá se dirigió. A toda carrera tomó por la calle
curveada que por ese entonces ya se empezaba a formar. Por el ajuar de danzante
que traía y por el ruido que este producía, fue que lo escucharon y tanto el
Machete como Florentina salieron de atrás de un mezquite, discutiendo aun.
__
¿Qué pasa? __Dijo Antonio intrigado.
Florentina,
sin perder el aplomo dijo enojada.
__Este
lebrón, que anda de caliente con la mujer de Anselmo Magallanes y con la hija
de Felicitas Munguía, y ya no lo niegues.
__
Mentiras Florentinita, mentiras, a figuraciones tuyas.
__
¿Y tú qué? Si anduviera con ellas.
__
Como que ¿Yo qué? Pues que
no ves que él es el marido de mi madre y yo no quiero que ella vaya a sufrir si
se da cuenta.
__
Mentiras Florentinita, mentiras que me inventa la gente.
__
Ándale __ Dijo Antonio imperativo __ tu madre te anda buscando con la niña,
anda llorando de hambre y tú por acá defendiendo propiedades ajenas. Ándale,
cuélale para la plaza.
__
Ahorita voy
__
¡Dije que ya!
Por
primera vez en su vida Florentina miro a su esposo de una manera distinta. El
rostro adusto, era alto, pero lo vio como un gigante, los puños cerrados, los
ojos rojos.
__
¡Váyase! Yo tengo un asunto que arreglar con este hombre.
__
¿Co, co, conmigo?__ Pregunto el machete tartamudo.
__
¡No! __Replico Florentina valerosa __ nos vamos todos o no me voy
Temía
que al dejar a los dos hombres solos podía pasar una desgracia. Hasta ellos
llego el sonido del violín de la danza llamando a los danzantes para que
bailaran otros sones.
__
Vámonos pues __ Dijo Antonio __ Ya en otra ocasión vamos a hablar usted y yo.
En
la plaza encontraron a Petra y esta de inmediato le entrego la niña a su madre,
luego feliz por ver al machete fueron a comprar sus chicharrones. Petra se fue a la casa a
preparar la cena. El machete se fue al puesto de aguas frescas que era atendido
por Macrina Bañuelos, la esposa de Anselmo Magallanes.
Mientras
danzaba, Antonio no dejaba de observar. Su esposa seguía con su rabia, cuidando
también al machete. Macrina Bañuelos no paraba de reír, solo que su alegría
termino cuando vio que el machete compraba una flor perfumada y se la regalaba
a Dolores Munguía, la hija de Felicitas.
En
un descanso de la danza, Anselmo Magallanes, que también era danzante, se
acercó a Antonio y mientras le invitaba un trago de ron de caña le dijo.
__
Sabes Antonio, traigo un mal pensamiento y a ver si no te me ofendes, pero es
mejor hablar de hombre a hombre.
__
Tú dirás Anselmo, ¿Qué se te ofrece?
__
Pos nomas quiero decirte que hasta qué punto perdería tu amistad, si por ahí se
me atraviesa tu suegro y le doy un piquetito. Le traigo mala idea y por ahí me
llegaron unas platicadas que no son de mi agrado.
__
Mira Anselmo, si matas a una cucaracha y la remueles con el guarache, es el
mismo coraje y rencor que te voy a tener si matas a ese jijo de la guayaba. Yo
creo que le harías un favor al pueblo. Tus motivos has de tener y no es de
hombres andarse preguntando.
__
Bueno, porque te voy a decir una cosa, dicen por ahí que no nomas yo tengo
motivos para matar a ese jijo de la jijurria.
Antonio
cambio de color en el semblante. Sintió que la sangre se le ponía caliente, no
podía imaginar que la gente anduviera hablando a sus espaldas por algo que
empezaba a sospechar.
__Pero
como dices tú Antonio, no es de hombres andarse contando cosas y la deshonra no
es bueno andarla presumiendo. Pero hasta Felicitas Munguía tiene motivos para
despedazar a ese jijo.
Antonio
no dijo nada, solamente tomo del brazo a Anselmo y le dijo. __Haga lo que tenga
que hacer, antes que se le adelante otro. Por mí no hay problema. Vamos a
seguir danzando.
Solamente
en la fiesta del tres de mayo danzaban todo el día, en las fiestas de las otras
rancherías, generalmente solo de madrugada, cuando el cura daba la misa o ya
muy tarde, cuando regresaban de trabajar.
Fue
en la fiesta del seis de mayo. Le tocaba en la Boquilla del Rio, nomás pasando
el rio frente a El
Remolino.
Desde
muy temprano se levantó Antonio y se puso su ajuar. Dejo a su mujer y su hija
dormidas. Llegó al patio recién regado de la ranchería y contempló aquella cruz
de mezquite, de las que hiciera Bernabé. Se juntó el grupo de danzantes y
apenas iba a iniciar el primer movimiento cuando llego corriendo Amalia
Magallanes, hermana de Anselmo.
__
¡Te lo dije hermano! __Entre resoplidos alcanzo a hablar__ Apenas te saliste de
tu casa y entró ese prieto del demonio con tu mujer, y no la oímos gritar ni
pedir auxilio, al contrario, la oímos echar una carcajada. Si ya te lo hemos
dicho, esa mujer es mala.
Anselmo
no escuchó más, a toda prisa volvió a su casa y con el todos los demás
danzantes. Se fueron a su jacal, pero Antonio no, él se fue al propio. No sabía
que iba a encontrar, pero le pedía a Dios que no fuera a ser lo que él pensaba.
Para su fortuna su mujer y su hija seguían tan dormidas como las había dejado.
Ya no regresaron a danzar. Florentina se levantó y le dio algo de almorzar. Ese
día lo había contratado Florencio Rodríguez de Guadalajarita, para que le
ayudara a plantar camote. Allá se encontró con otros compañeros danzantes que
fueron los que le contaron.
__
¿Qué paso con aquel?
__
Pos nada tú, con el ruidaso que llevábamos con los trajes de la danza, el tal
machete se salió a tiempo. Lo vimos que brincó la cerca, iba todo encuerado,
como estaba todavía oscuro ni cuando lo fuéramos a alcanzar, se perdió en la
oscuridad.
__
¿Y Anselmo, su mujer?
__Pos
la agarro encuerada también. Nadie decía nada, si la mataba pos bien merecido se
la tenía. Pero ella le suplicó por los hijos que tenían, que no los fuera a
dejar sin madre. Pos seguro lo convenció, pero él le puso de condición que
tenían que ir a Moyahua a que le jurara delante del Santo Santiago que ya se
iba a portar bien. Ya ves que él es muy creyente del santo patrón. Pues la
mujer se puso unas enaguas y ganaron pa allá. Allá han de andar ahorita. Vieras
que bien se miraba la mujer de Anselmo, esta chula la condenada. Puras de buen
talante se agarra el mentado machete.
Luego
una carcajada generalizada. Antonio pensó que también se burlaban de él, en ese
entonces la gente decía, que entre Antonina Horta y Florentina Ríos, ni a cual
irle de más hermosa.
En
eso llego el dueño de la tierra que iban a plantar y les dio órdenes para que
iniciaran el trabajo, así se distrajo Antonio un poco, aunque una extraña
sensación no lo dejo estar del todo bien.
A
la media mañana Florentina atizaba la hornilla en donde hervía una olla con
frijoles, mientras preparaba el nixtamal que molería en el metate para echar
sus tortillas, cuando una sombra le tapó el sol. Alzo la vista y contemplo al
machete con un tambachi en el hombro. Ella sonrió emocionada, pero el hombre no
correspondió a su sonrisa.
__
Mírelo, que aventado, venir a verme hasta acá ¿No le da miedo?
__
Solo vengo a despedirme Florentina, me voy
Ella
sintió un vuelco en el estómago y se incorporó de inmediato.
__
¿Qué? ¿A dónde? ¿Por qué?
__Aquí
ya no quepo mi alma. Me andan buscando para matarme. Me voy, solo vine a
despedirme.
__
¡No! ¡No te puedes ir!
__Si
me quedo me matan
__
Llévame contigo
__
No se puede mi alma, tú
tienes una cría y yo no voy a cargar con las crías de otro. Además nos
estorbaría para poder ir más rápido.
__
¡No! ¡No me puedes dejar!
__
Ni modo mi alma, si no tuviera esa cría, créame que me la llevaba, es la vieja
que más me cuadra de este rancho. Pa otra vez será.
Florentina
empezó a temblar desesperada. Miro que el machete se encamino a la puerta del
patio para tomar camino.
__
¡Espérame! __ Le grito desesperada __Nomas déjame agarrar mi reboso.
Entro
al jacal apresurada. Miro a su hija que sonriente jugaba con una sonaja de
guaje sirial. Se iba a quedar sola. Sin madre. Iba a llorar y los vecinos iban
a ir a ver qué pasaba y podían sospechar, le avisarían a su esposo. Sin medir
consecuencias tomo un chiquigüite redondo que estaba repleto de la ropa sucia
que iría a lavar aquella tarde; los
calzones de manta de su esposo, sus enaguas, las mantillas sucias de su hija y
sin más lo vacío sobre la cuna tapando completamente a su hija, para que si
lloraba, no se escuchara su llanto, luego tomo su reboso y salió corriendo para
alcanzar al machete. Si se moría, mejor para ella.
__
¿Y su cría mi alma?
__
Que ahí se quede, con su padre que la quiere tanto. Y pa donde vamos pues.
__
Mire, vamos pa arriba, a la gente que nos encontremos le vamos a decir que
vamos pal norte, pal Paso pues, pero pasando apozol vamos a agarrar vereda pa
Nochiztlan y luego nos regresamos pa Guadalajara, allá tengo dos hermanos,
ellos nos darán posada. O si no, pos por ahí hacemos casa, pos total.
__
¡Ya los oí jijos de su…!
A
ese grito voltearon asustado. Petra Lujano con un leño en la mano se acercaba a
ellos amenazantes.
__
¡Sabía que andabas con pirujas, pero nunca me imaginé que con esta perra! ¡Él
es mi hombre! ¡Maldita! ¡Maldita!
El
machete se acercó a la mujer que enfurecida le lanzo un golpe, lo eludió y con
mucha facilidad le quito el garrote. Al verse desarmada no le quedo de otra más
que la amenaza.
__
¡Los escuche malditos! ¡Los escuche! Ahorita voy a ir a buscar a Antonio y le
voy a decir para donde van. No se van a salir con la suya.
Los
amantes se miraron uno al otro desconcertados. Se asustaron. Petra se dio la
media vuelta. Florentina fue la que lo ordenó.
__
¡Mátala Machete, mátala antes que alguien nos descubra!
El
machete obedeció. Con el mismo palo que Petra llevaba, la alcanzo y por la
espalda le dio un golpe en la cabeza, la mujer cayó desmayada, ya en el suelo
el golpeo en varias ocasiones hasta que vieron que le salieron los sesos. Luego
entre los dos la arrojaron a una hondonada que llamaban el Arroyito Cagón y
pisando fuerte hicieron que callera un paredón sobre el cadáver de la mujer y
quedo semi tapado, de tal modo que no se veía desde el camino real, luego, a
toda prisa la pareja siguió su camino.
Al
llegar al lugar donde Bernabé tenía sus cruces, en el surco de nopales
encontraron a una chiquilla sentada en un bulto de ropa.
__
Esa es Dolores Munguía __ Dijo Florentina en voz baja.
__
Ey __ Respondió el machete __ Aquí la había dejado esperándome mientras me iba
a despedir de ti. Nunca pensé que te animaras a venirte conmigo, así que me la
traje a ella.
__
¡Dile que se regrese!
__
Como cree mi alma, si ya la tengo aquí. Se va con nosotros, no voy a
desaprovechar un cuerpito nuevecito y virginal. Vámonos __ Le ordenó a la
jovencita.
__
SI va ella no voy yo __ Amenazo Florentina.
__
Pos regrésate, ya sabes lo que hicimos, allá tu __ Abrazando a Dolores dijo __
O usted que dice Lolita, verdad que no hay problema que me las lleve a las dos.
__
Por mí no, si a la que va a querer es a mí.
__Las
voy a querer a las dos, pa las dos tengo __ Luego estiró el brazo desocupado y
en el acurrucó a Florentina y así, con las dos mujeres abrazadas siguió su
camino.
Al
llegar a Juchipila fueron al lugar donde se reunían los arrieros y ahí preguntaron
insistentemente, que les dieran instrucciones para llegar al Paso, Texas, que
les urgía llegar allá, y luego a Arizona. Fueron muy pocos los que pudieron
darles instrucciones.
La
jornada de trabajo termino temprano, para las tres de la tarde ya habían
terminado de plantar y Antonio y sus compañeros regresaron a El Remolino.
Antes
de llegar al jacal se le hizo extraño no mirar humo salir de la tronera, a esa
hora todas las mujeres encendían los fogones para esperar a sus hombres que
venían hambrientos. Apresuró el paso. Llego llamándola. Todo era silencio.
Entro al jacal, sobre la cuna vio un cerro de garras, una manita de su hija
sobre salía de ellas. Colgaba de la cuna. Antonio pensó en lo peor. Quitó los
trapos y al momento despertó su hija que en un acto de supervivencia, con las
pocas fuerzas que tenía, movió los trapos he hizo un huequito por donde le
estuvo pasando aire para poder sobrevivir. Las garras opacaron el sonido de sus
llantos, por eso los vecinos jamás imaginaron la situación de la niña, al ver
todo en paz imaginaban que Florentina andaría con su madre, o en otra parte,
pero nunca supusieron que Casimira había estado en peligro de muerte.
Con
mucho amor levantó a su pequeña y al darle un beso empezó a llorar reclamando
alimento. Con ella en brazos fue al jacal de Petra, no la encontró, luego fue a
la casa de su hermano Baudelio y ahí le dieron la mala noticia.
__
Antonio, Florentina se fue con el Machete, Florentina y la hija de Felicitas
Munguía. Dicen que se las llevó desde temprano.
Antonio
apretó las manos. Sintió que la rabia lo carcomía.
__
¿Y porque no me avisaron?
__
Pos te fui a buscar a tu cuamil, no sabía que andabas en Guadalajarita.
__
¿Por qué no fueron a ver a mi hija, se estaba muriendo con una pila de garras
en la cara?
__
Es que nos dijeron que llevaba un tambachi, pensamos que era la niña, cuando
nos íbamos a imaginar que no la llevaba.
__
¿Pa onde ganaron?
__
Dicen unos arrieros que pal Norte, según esto para el Paso, Texas.
__
Bueno, ta bueno. Ordeñen una chiva, denle de comer a Casimira. Aquí te la
encargo hermano.
__
¿A dónde vas?
__
A hacer lo que tengo que hacer. Cuida de mi hija mientras regreso.
Al
decir eso, desclavo un machete que Baudelio tenía en un troncón de mezquite y
apretándolo con mucha fuerza salió al camino real y casi corriendo agarró con
rumbo al norte.
Jamás
regreso Antonio. Nunca encontró a Florentina. Llegó al Paso Texas y luego
siguió camino a Arizona en donde dicen que fundó un pueblo. A su hija nunca la
desamparó, jamás dejó de mandarle dinero, lo malo era que en aquella época las
remesas duraban meses en llegar, además, algunas veces se perdían o si
llegaban, las personas que cuidaban de Casimira lo consideraban un pago y no le
daban a la niña nada de lo que su padre mandaba. Fue criada como una arrimada,
sufriendo desprecios, maltratos, viviendo de lastima. En todas partes la
llamaban, la niña abandonada. Por eso Antonio se equivocó al decirle al doctor
Mariano Azuela, que su hija seria por siempre feliz.
Antonio,
como ya dije, jamás regreso, pero Florentina sí, volvió años después, luego de
la toma de Zacatecas, cuando Villa iba rumbo a Guadalajara, pero esa, es otra
historia.