El remolino historia fantastica

miércoles, 13 de junio de 2012

CAPITULO XI, fundación de la Capital del Cielo.

FUNDACION DE LA CAPITAL DEL CIELO.

Atanastacio Haro detuvo su mula frente a aquel grupo de gentes extrañas, que, en aquel llanito, a un lado del arroyo y del camino real, contemplaban embelesadas el cerro de las ventanas.
__Buenos días les de Dios __Saludó
Don Jose María Luna, el hombre mas viejo de aquella caravana fue quien contestó y al mismo tiempo preguntó.
__Buenos días amigo ¿oiga, de casualidad no será este el mentado cerro de las Ventanas?
__Pos fíjese que si.  Ese es el mentado cerro de las Ventanas. Seco ahora en las secas, verde en tiempos de lluvias. Y a luego pues, ¿quien son sus mercedes y que los trae por estos rumbos?
__Vinimos a buscar un tesoro __Se escuchó una vocesita ladina muy alegre.
__ ¡Cállate tú lerenda! __ Al instante respondió Jose María a el comentario de su hija, que a leguas se miraba que no estaba en sus cabales. Luego volviendo a ver a Anastacio agregó __No le haga caso, esta mal de la cabeza. Es mi hija Chagua, me nació pasguata y pos ni modo, hijos son hijos. Donde quiera anda viendo tesoros.
El resto de la caravana hizo murmullos reporbatorios por el comentario de Chagua y miraron nerviosos a hombre en la mula. Anastacio los observó a todos. Serían unas cuarenta personas contando a los niños. Varios hombres hechos y derechos. Todos con apariencia de campesinos. Dos carretas jaladas por bueyes, un caballo, dos mulas, muchos burros cargados, unos con costales y otros con pastura.
__Pos si__ siguió diciendo Anastacio, para hacer notar que había ignorado el comentario de la loquita __ ese es el cerro de las Ventanas, ¿Y pa donde van ustedes pues? Se ve que van de viaje.
__Pos nos acabamos de bajar de la sierra. Pizcamos y ya ve usted puesn, que uno se baja sin saber pa donde ganar, buscando nuevas tierras que le presten a uno pa desmontar y sembrar.
__No pos si de eso se trata, no vayan tan lejos, aquí sobran tierras pa sembrar. Iren, ahí ta el río Adentro,  hay muchas laderas pa sembrar, las dan al tercio, si queren yunta, pos hablen con don Jerónimo Baltazar, si queren pa este lado mas allá de las huizcoloteras se puede desmontar, pero son tierras blancas, no dan mucho maíz, pero mas pa alla de los cañaverales, hay buenas tierras.
__Se podría sembrar ahí mero, en el cerro de las Ventanas.
__Pos sabe, siempre lo han cuidado mucho, unos tales Roldanes, no les gusta que se siembre, pero de todos modos no falta quien le eche ganas. Esos solo vienen cada año a ver su propiedad.
__Oiga, y donde nos podríamos quedar. Digo, que no le moleste a naiden.
__Pos onde quieran, hasta aquí mesmo si les place, pos ni quien los corra, o si no dicen que les dio permiso Anastacio Haro. No es mio , pero este es el camino real.
Mientras platicaba con Jose María, Anastacio no dejaba de mirar a aquella muchacha de trenzas gruesas y largas, que sobresalían a su reboso. Ella se mantenía agachada, pero de vez en cuando levantaba la vista para mirar a aquel hombre maduro y de barbas canosas que amablemente los atendía.
{Que chula esta esa guerita} pensaba Anastacio mientras platicaba {Guena pa que me haga  mi temachaca y me remiende los calzones}
__Pos nos gusta aquí y si su merced nos lo permite, pos aquí mesmo nos quedamos. A ver mis hijos, a descargar las carretas.
A esa voz todos los integrantes de aquella caravana se pusieron en movimiento. De inmediato descargaron carretas y remudas. El mismo Anastacio Haro se bajó de su mula y se puso a ayudarles. Buscando siempre estar  lo mas cerca posible de Mercedes Luna, la muchacha de las trenzas largas y gruesas.
Era diciembre de 1810. Hacía frío, pero eso no impedía para que aquella gente trabajara hasta muy tarde en la construcción de sus jacales, porque otro día, después de la charla con Anastacio, empezaron a construir. Estaban a las orillas de un arroyo, lo que sobraban eran piedras y ese fue el material principal para levantar sus jacales. Se veía que tenían experiencia en hacerlos. Era fácil, una cerca redonda de piedras amarradas con lodo, una sola puerta, luego fueron a la orilla del río y encontraron sauces y guamúchiles, de ahí cortaron horcones largos y con ellos colocados en forma piramidal techaron aquellos jacales, luego buscaron zacatales y tallos de tlacotes secos que con plastas de lodo, sirvieron para terminar el techo. Eran rápidos, para mediados de enero de 1811 ya estaban hechos, ocho jacales que construidos en aquel llano formaban un círculo que rodeaba un patio grande en donde se la pasaban jugando los chiquillos junto con Chagua la loquita.
Anastacio Haro se convirtió en un visitante asiduo. Incluso les ayudó a construir sus jacales.
__Oiga amigo __Le preguntó un día Jose María __ ¿Y como se llama aquí puesn? Ya se que hay pa arriba se llama Juchipila, ¿pero luego aquí?
__ Pos no siempre ha habido gentes, hay pal rio adentro si, y al otro lado del rio, y por las ventanas alguien le ha llamado IXTLAN DE LAS VENTANAS, pero creo que también se le llama LA PURISIMA.
__Tan bonitos los nombres veda.
__ Pos este ya es un ranchito, ire, y bonito, taría bueno que se llame IXTLAN DE LAS VENTANAS, ese nombre ta bonito.
__ Pos si vedá.
Ninguno de aquellos hombres se imaginaba, que en aquel momento iba a llegar quien en verdad le iba a poner el nombre y para siempre a aquel hermoso ranchito.
Anastasio se incorporó de el banco en donde descansaba, al escuchar el relinchido de un caballo. Jose María también se levantó. Por el camino real venía gente. Al frente, montando el caballo, un hombre calvo, viejo, vestido de negro, sus botas y el resto de sus vestiduras sucias del polvo del camino. Atrás de el, un contingente armado, no eran muchos, pero si intimidaban. La mayoría de sus acompañantes eran indios, algunos mestizos, muy pocos blancos, tan blancos como el jinete mismo.
El hombre de  a caballo dirigió su montura al centro del patio y ahí frente a Jose María Luna y Anastacio Haro saludó.
El resto de los Luna, hombres, mujeres y niños, suspendieron sus labores para escuchar al recién llegado. El ejercito que lo acompañaba también entró al patio rodeado de jacales.
__Buenas tardes les de Dios buenos hombres__ Saludó el hombre viejo.
__ Buenas tardes señor __ Respondió Jose María __ En que les podemos servir.
__ Hijo __Dijo el hombre mientras desmontaba __ Mi nombre es padre Miguel Hidalgo y Costilla. Soy el general de el ejercito insurgente y peleamos por independizar nuestras tierras de el yugo a que nos han sometido los españoles. Y lo que pido de ti, es que nos des agua, tenemos sed.
__ ¿No me diga que aste es el curita que anda matando españoles?
__ No hijo, yo solo estoy luchando por que vivamos en santa libertad, ese sagrado derecho que se nos da cuando nacemos.
Anastacio, y Jose María, respetuosos y creyentes a los mandamientos católicos cayeron de rodillas ante el cura, lo mismo hicieron el resto de los habitantes del lugar.
Miguel Hidalgo y Costilla levantó su mano y los bendijo. Luego dirigió su bendición a todo el lugar.
__Este patio es hermoso, rodeado de este REMOLINITO de jacales, sencillos, sin prepotencias ni lujos, así como debe ser LA CAPITAL DEL CIELO. Yo te bendigo REMOLINO de humildad, asi como a tus habitantes y a todas las generaciones que de ellas emanen, así sea, por los siglos de los siglos.
Jose María Luna sintió un estremecimiento en todo su cuerpo. Estaba recibiendo una bendición que perduraría por todos los tiempos, para el y todas las generaciones que nacieran en aquella, ya, bendita tierra.
__Pos que nos den agua puesnnn  padre, ya me anda de sed, y que nos den de tragar.
Hidalgo sonrió benebolo. Detuvo de el cuello de su camisa de manta al que acababa de hablarle y jalándolo para que no entrara a alguno de los jacales le dijo.
__Ya Chimino, ya…ya nos darán agua, pero ten cuidado de no hacer alguna de tus locuras__ Luego a manera de explicación le dijo a Jose María.__ Has de perdonar hijo, chimino es un buen cristiano, le falta cecera, pero es bueno, bien mandado, aunque un poco impulsivo. Hijo, danos agua por favor.
__ Si padre, como no, y que me va a contar usted  de estos lerendos, si yo tengo una muchacha igual.
Luego de esto, Jose María dio la orden para que se llevaran varios cántaros de agua con sus respectivas jícaras.
__No tenemos mucho de comer padre, pero algo les podemos dar.
__ No te apures hijo, nosotros traemos algunos víveres, y con tu permiso los podemos compartir con ustedes.
En aquel patio se improvisaron unos fogones, y en cuestión de minutos ya se estaba asando carne y calentando tortillas, de todos los jacales sacaron sus ollas de frijoles y aquellas humildes personas convivieron y compartieron su comida con el maltrecho ejercito insurgente, que luego de la derrota en la batalla del Puente de Calderón, huían para el norte de Mexico.
Antes de despedirse, el padre de la patria le habló a los presentes.
__ Nosotros, los nacidos en esta tierra, somos los verdaderos dueños, no los que vienen de España. El hecho de ser naturales nos da mas derechos que a ellos, pero desgraciadamente su ambición es tan grande que nos subajan y nos esclavizan. Es tiempo de que nos cortemos las cadenas. Es tiempo que seamos libres de los españoles. Yo los invito a que se unan a nuestra lucha, esta lucha por nuestra libertad.
Pedro y Rosendo Luna, dos mozalbetes de apenas 17 y 18 años, se incorporaron emocionados y con sus machetes en alto gritaron.
__ Con permiso de asted tata Jose María, pero nosotros nos vamos con el cura Miguel Hidalgo, a luchar por la libertad.
__ Que Dios me los bendiga mis hijos, y a donde quiera que vayan no dejen de poner en alto el nombre de los Lunas.
Y aquellos dos muchachos se unieron al ejercito insurgente. Fueron testigos del fusilamiento de Hidalgo en Chiuahua, luego fueron buscar a Jose María Morelos y Pavon, para luego terminar en el ejercito de Guerrero, siendo testigos años después como Mexico se convertía en una República, libre de el yugo español.
Ya casi para despedirse, se escuchó una gritería atrás de los jacales. Los soldados inmediatamente rodearon al cura Hidalgo y con sus pocos fusiles y machetes en lo alto, se prepararon para defender a su jefe.
El que apareció fue Gumaro Luna, con Chimino jalándolo del cuello de su camisa, igual que lo hiciera el cura cuando pidió agua.
__ ¿Qué pasa? __ Interrogó el cura, y también el tío Jose María.
__ ¡Tío, va a creer que este bribón!... pos como le digo, no se vaya a enojar…pero este bribón taba en el tazolero.
__ ¿Y que tiene, se andaba robando los blanquillos? Dejalo ha de tener hambre.
__ No tío, taba….taba…pos como le digo…taba encuerado, vea que trai los calzones todavía abajo,
__ Taria cagando seguro…
__ No tío, no como decirle…taba, pos taba…con la Chagua, y ella también estaba encuerada. Y pos pa que le digo mas….
Jose María se puso rojo de rabia. Apretó los puños y de buena gana le hubiera puesto un par de cachetadas al loco sinvergüenza. Hidalgo comprendiéndolo se acercó y tomándolo del hombro le dijo.
__ Hijo, has de comprenderlo. El amor es universal, y las mujeres divinas. Que no te extrañe que este par de lerendos se hayan comprendido. Que eso no te enoje, tu hija también tiene derecho al amor.
__Da coraje puesnnn padre. Pero esto no se queda asina. Esta muchacha no me va a quedar con su vergüenza, y si me hace favor me los casa, no me la van a dejar nomas manchada.
__ Claro que si hijo. Traigan a la novia. Hace mucho que no cumplo con mis funciones de sacerdote, pero este es un caso exepcional.
Y ahí, en aquel patiecito se hizo la primer boda del lugar. Luego se despidió el padre de nuestra patria.
__ Bueno Chimino, aquí te quedas a cumplir con tu esposa. No eres tan pasguato como yo creía, y que este lugar sea un refugio para las gentes como tú.
__ Ta gueno padrecito, aquí me quedo en el REMOLINO como aste le dijo. Aquí me quedo para siempre.
Y miraron partir al ejercito insurgente, llevando en alto su estandarte de la virgen de Guadalupe, ya derrotados en su lucha, pero no en sus ideales, sembrando  lo que años después se cosecharía, la independencia de Mexico.
Cuando llegó a Juchipila, fue recibido con mucho agrado. Le ofrecieron de comer he hizo un comentario.
__ Gracias, ya he comido ahí en el REMOLINO DE LOS LUNA. Esos jacales que están antes de llegar. Dios se los pague.
Y curiosamente, así se le empezó a llamar.


Ya estaba fundado el Remolino, pero ¿y el tesoro?
Anastacio Haro se extrañaba que constantemente los Luna se paseaban por el cerro de las Ventanas, caminaban por las peñas y buscaban algo, pero no decían que era. No preguntaba directamente porque le eludían la respuesta. Por eso hizo algo que lo enemistaría de los Luna por varios años…y casi se matara a machetazos con Gumaro.

martes, 5 de junio de 2012

CAPITULO X, La familia de los Luna.

La familia de Los Luna.

La noche era muy oscura.  La nublazón  presagiando lluvia la hacia verse tenebrosa. Por eso Gumaro Luna despertó asustado. Muy cerca de su jacal se escuchaban unos quejidos horribles. Su esposa  se apretó a él asustada que casi lo rueda del petate donde dormían. Sus hijos también despertaron por aquellos quejidos tan horribles y en la oscuridad abandonaron también sus petates y buscaron el refugio de sus padres. Tal vez era la llorona, ese espectro era muy popular en aquella época y se escuchaba en cualquier lugar donde hubiera agua. Los quejidos parecían provenir de cerca del arroyo. Todos juntos empezaron a rezar. El terror se incrementó cuando aquella voz tenebrosa dijo el nombre del dueño de el jacal.
__!Gumarooooooooooo! ¡Aaaaaaaaaaaaaayyyy! ¡Gumaroooooooooo ayudameeeee!  De repente, Gumaro analizó la situación, en medio de aquel terror un momento lúcido le vino a la    cabeza.
__Es alguien que  me conoce __Le comentó a su esposa.
__Pos a lo mejor es mi suegra que de hora que se murió ya se hizo la llorona.
__ No …es como un hombre
__Tonces es tu tata…
__Voy a salir a ver
__No Gumaro, no nos dejes solos, no salgas.
__¡Ayudameeeeeeeeeee hermanooooooooooo!
__A jijo, crioque es Próspero.
Gumaro sin hacer caso de su mujer, la hizo a un lado y salió a toda prisa del jacal. Afuera el túmbaloycapalo, su perro no dejaba de ladrar en dirección del arroyo. Sin luz alguna Gumaro corrió a donde se escuchaba aquel lamento. Cerca de un mezquite encontró el cuerpo de su hermano.  A rastras y mientras gritaba por ayuda, fue llevando a Próspero hasta su choza.
Algunos de sus vecinos, asustados también  por los gritos fueron saliendo. La mayoría de aquellas personas eran parientes, primos, sobrinos, tíos, todos ellos de la dinastía de los Luna, que agricultores todos, se iban por seis meses a vivir a la sierra para sembrar las tierras de los españoles al porcentaje del tres por uno.
__¿Que pasa Gumaro? ¿Qué son esos gritos?
__Es Próspero  tío Chema, viene malo.
Lo metieron al jacal y tendido sobre el  petate, alumbrado por ocotes encendidos, todos los moradores de aquel ranchito estaba pendientes del enfermo, su boca espumosa no dejaba de babear, y balbuceaba palabra que no entendía nadie.
Por fin llego doña Matilde, la bruja, pidió que lo sentaran y a fuerza le hizo beber una jícara con una pócima que ya llevaba preparada.
__Este cristiano no tarda en  morir__Dijo la bruja, viene envenenado, pero con esto va a agarrar fuerza siquiera por un rato, pa que platique quien le hizo el daño.
Luego de unos minutos que se le hiciera tragar aquel brebaje, Próspero abrió los ojos, sonrió al mirar a todos aquellos rostros queridos y conocidos. Tomó  la mano de su hermano quien era el ser mas próximo a él y la apretó fuertemente.
__Hermano, hay un tesoro escondido en el Cerro de las Ventanas __Le dijo con emoción, eso hizo que todos los presentes le pusieran atención.
__¿Que tienes hermano? ¿Por qué estäs malo? ¿Quen te envenenó?
__¿Pos que no oites que se va a morir pronto?__ dijo molesto el tío Jose María __Dejalo que hable puesnnn. ¿de que tesoro hablas?
__Jue el amo Epifanio Roldan, y jue pa que no diga en onde esta la cueva de los tesoros, en donde él saca todo su dinero. Iren, es una cueva grande, con una escalera que llega a onde hay muchas casas bonitas, ahí hay mucho dinero, todo es de oro, y hay una agua que todo cura, yo  tomé tantita…está guena.
__¿En onde ta ese lugar sobrino, en onde está?,,,,dilo antes que te mueras pues…
__El cerro se reconoce porque tienes unas ventanas pintadas de colores, en todas partes hay escaleras. Por las ventanas se reconoce desde muy lejos. L a cueva está arriba, en las peñas, luego, luego entrando hay muchas cosas pintadas, y brilla bonito,, y luego el suelo es como de oro…y a luego sacamos mucha agua, y a luego la cargamos en angoras, y a luego nos juimos de regreso, y a luego ya para llegar, pos, nos puso a todos a tragar y a luego nos dolió la panza y yo desperté y  todos los compañeros taban muertos…y me vine pa acá.
__¿¡Pero on ta la cueva puesnnn sobrino!?E
__No les digo, que en el cerro de las Ventanas, pal lado de Juchipila.
__En onde derecho ta la cueva puesnnn sobrino.
__ Y es una cueva grande, toda de oro, hay un tesoro grande, y agua, yo bebí tantita…
Al decir aquello una bocanada de babas y sangre ya no le permitieron hablar,,,se empezó a sacudir puso los ojos en blanco.
__¡Dale mas desa agua Matilde, dale mas! Pa que acabe de hablar puesnnn
__No, ya no, ya no le serviría, ya se va a morir.
Dicho y hecho, el hombre se convulsionó  un par de minutos mas y luego dejó de respirar.
__A que la caraja, ya se murió puesnnn,,,no les digo, y no dijo todo, digo yo pues pa vengarlo puesnn.
Después de que fuera sepultado, el tío José María fue a buscar a Gumaro.
__ oye sobrino, ¿a que crees que vengo?
__Aste dirá tío.
__Vas a creer como que estoy pensando en ir a buscar el tal cerro de las Ventanas. Desde que Próspero nos contó aquello, pos lo traigo en mi cabeza como una noria a vueltas y vueltas. Onde sea de a deveras eso del tesoro, pos nos quitamos de probes, sobrino.
__Yo también taba pensándolo tío, pero como pues, ni modo que nomás lleguemos y nos pongamos a  buscar la cueva, pos yo creo que no esta de modo que cualquiera se meta, pos si no ya no hubiera tesoro. Pos ta canijo, que tal que pa alla sean matones, o que nos sorrajen unos machetazos.
__Pos tamien tuve pensando en eso…ira tú, pos aquí, año con año,  nomás pizcamos y luego nos bajamos al pueblo. Pos que te parece si ora que pizquemos, en lugar de bajar a Yahualica, pos le damos pa Juchipila, vamos a llevar maicito y fríjol pa toda la temporada, pos podemos llegar diciendo que somos gente que queremos sembrar al tercio, y luego, luego nos dan trabajo, ya ves que los españoles nomas tan buscando a quien joder.
__Ay ta otra carajada tío. Fíjese que lotro día que jui al municipio, traían un borlote re grande. Que disque dicen que van a matar a todos los españoles, que disque un curita, un tal Miguel Hidalgo y Costilla, anda levantao en armas y viene matando a todos los españoles, que disque pa que nos dependicemos o sabe como dijieron…pos que tal que ya no aiga españoles en Juchipila.
__Tu que te crees sobrino, esos son puros cuentos. Ni quien mate a los españoles, son los amos, a los amos hay que tenerles respeto, es la ley de Dios. Tu que te crees que un padrecito va a andar haciendo eso. Y a luego, si los mata ¿que? Pos ta mejor, asi ni quen nos atore pa buscar el tesoro.
Y te voy a dicir otra cosa, si llega a ser cierto que andan matando españoles, pos va a ser por allá, en otras tierras, no con nosotros. Tú que te cres que el tal padrecito ese va a vinir con nostros, ni te creas tantito, si un día viene pa acá, yo hasta le beso las talegas nomás pa demostrarle que lo respeto por tener tanto valor de matar a estos jijos….no te creas deso puesnnn.
__Ta gueno tio pues, tonces en cuanto pizquemos nos vamos a buscar el tal cerro de las Ventanas. Y a hacernos ricos, ji iñor puesn. 
De repente escucharon una voz a sus espaldas
__¿Que se van?  Nos vamos dijo el otro.
Eran Macario y Torcuato Luna, sobrinos también de José María, primos hermanos de Gumaro.
__Pos que creen que se van solos, tamien queremos ir a sacar ese tesoro, no crean que es nomás pa ustedes. Todos oyimos lo que dijo Próspero, y si era tu hermano también era mi primo….a luego puesn tío, ¿Por qué nos hace menos puesn?
__ Y quen les dijo que los íbamos a dejar puesn, si todos somos Lunas, parientes, pos el tesoro es grande, hay pa todos puesn, pero sin envidias porque a luego se hace carbón. Así que preparen todas sus cosas, a luego nomás pizcamos y nos vamos para Juchipila, nos vamos pal cerro de las Ventanas.

lunes, 28 de mayo de 2012

CAPITULO IX, EPÍLOGOS

EPÍLOGOS




El Remolino  prácticamente desaparece durante la época de la colonia. Solo hay algunos jacales en lo que se llamaría Rio Adentro, hay jacales en algunos lugares en el valle, en la loma del cerrito de los zapateros, a la orilla del arroyo, pero nada que se pudiera llamar un rancho en si. Durante esa época se construyen los calicantos, tanto en el arroyo de Amoxochitl como en la orilla del río, para llevar agua a Contitlán, Guadalajarita y el vallecito al pie del cerro de las  Ventanas. Se plantan cañaverales, se siembran cuamiles de maíz, fríjol y calabaza, en algunos lugares se siembra algodón y trigo, pero no existe ningún pueblo o rancho que lleve nombre alguno.

He aquí, lo que sucedió con algunos de los personajes que hasta el momento hemos leído.

Tenamaxtle.
El gran guerrero caxcán. Durante diez años, después de las muertes de Tencuitlatl y Yoltic, se dedica a hacer guerra de guerrillas, se convierte en un verdadero terrorista, junto con su banda de indios renegados ataca todas las poblaciones del que fuera territorio caxcán, matando españoles y quemando sus construcciones. Moyahua tiene que ser trasladada de lo que se llamó Moyahua viejo a el lugar donde está la actual, porque ahí había mejor protección. Guadalajara iba a ser fundada en lo que hoy es Nochistlán, pero se traslada a el valle de Atemajac, por las mismas razones de seguridad, aunque allá también es incendiada varias veces.
Finalmente Tenamaxtle, que en el fondo era un pacifista, conoce a Fray Bartolomé de las Casas, el protector de los indios y este fraile lo convence para que se entregue, con la condición que lo lleven a España a hablar directamente con el rey y explicarle las razones por las que lucha y pedirle que sus tierras le sean devueltas, que el solo lucha por defender sus derechos y en realidad solo se esta defendiendo.
Finalmente es llevado a España, se sabe que llegó a la corte y fue escuchado, pero obviamente no le hicieron caso. Nunca  fue regresado a su Zacatecas  natal, no se sabe en donde murió ni de que manera, pero en la actualidad la ONU lo ha reconocido  como el primer luchador de los derechos humanos….sea pues, descanse en paz.

Luisa Quiroga y su esposo don Diego Rodríguez.
Luego que doña Luisa fuera supuestamente rescatada  de el secuestrador Yoltic, volvió a Jalpa con su esposo  don Diego Rodríguez. Jamás volvió a tener intimidad con él. Se volvió una mujer muy fuerte y fue capaz de enfrentarlo, dejó de ser la mujer humillada para volverse humilladora. La sangre que bebiera de Yoltic la hizo muy valiente, de tal manera que cuando aquel hombre quiso golpearla de nuevo, como lo hacía antes, ella se le puso al tú por tú y le ha dado tal golpiza que el hombre tuvo que ser recluido al naciente Hospital de Jalpa mineral por más de un mes, por eso no tuvo valor de reclamarle que posiblemente el hijo que ella engendraba no era de él y se resignó a aceptarlo y darle su nombre.
El orgullo de aquel hombre no pudo superar el trauma y empezó a enflaquecer, cinco años después que naciera Alejandro, don Diego se suicidó colgándose de un árbol de guaje.
Doña Luisa quedó como dueña única de todo lo que fuera la reciente Jalpa mineral, volviéndose una mujer muy poderosa.
Cuando su hijo Alejandro llegó a la edad adulta, ella decidió contarle el secreto del cerro de las Ventanas, llevarlo para que tomara de aquella agua y a ella le diera de su sangre, así los dos fueran eternos. Pero, el día que decidió hacerlo, en cuanto empezó a contarle de el agua que salía de la tierra en aquella ciudad extraña, sin que hubiera nubes ni estuviera lloviendo, tronó un rayo y fulminó a la mujer. Se olvidó que había prometido jamás revelar el secreto y si olvidaba su promesa, ese mismo día iba a morir y así fue.

Epifanio Roldan.
El otro  que conocía el secreto y quien en verdad lo aprovechó, fue Epifanio Roldán, quien viviera por más de trescientos años bebiendo  de aquella agua milagrosa.
Luego que mataran a Yoltic y le fuera entregado el cerro de las Ventanas por el encomendero, se dedicó a enriquecerse. De la ciudad escondida sacaba  tesoros y con eso compró muchas tierras. Mandó traer ingenieros de España y construyó muchos diques de calicanto, en el arroyo de Amoxochitl hizo muchas represas par elevar el agua y regar sus cañaverales, terminó de construir el convento de Juchipila y aunque era muy rico, la gente no se explicaba porque prefería dormir en una cueva de aquel cerro.
Solo que Epifanio tuvo un problema muy grande,  el agua del cerro la bebía día con día, eso lo hizo muy poderoso  y su maldad se incrementó, pero  no envejecía.
Sexualmente  era muy activo, las mujeres eran su obsesión y tuvo  un verdadero harem.  Construyo su hacienda en Guadalajarita  y ahí convivía con todas ellas. Se convirtió en un seductor de jovencitas y en una ocasión sedujo a tres hermanas de Apozol para llevárselas a vivir con él. El padre de las niñas lo acusó ante las autoridades de Juchipila, pero Epifanio, siendo muy poderoso, compró a las autoridades y no le hicieron nada. Entonces el padre le las jovencitas, investigó sobre la edad de aquel hombre, sus hechos y su historia, concluyendo que en aquel momento, mínimo debería de tener cien años, pero se miraba como si tuviera veinticinco, entonces lo acusó ante la Santa Inquisición, por tener pacto con el diablo.
Epifanio tuvo que huir de su querido Cerro de las Ventanas y llegó al valle de Valparaíso, en donde volvió a hacer fortuna rápidamente, pero ahí ya no cometió el mismo error que en Juchipila, ahí solo vivió por quince años y luego se fue a España, regresaba y hacía otra hacienda en un lugar distinto y así vivió en todo lo que se conociera como nueva Galicia. Volvía diciendo que era su propio hijo, se auto heredaba  y así nunca perdió su fortuna.
Una vez al año regresaba al cerro de las Ventanas y acompañado de una veintena de sirvientes, entraba a la ciudad secreta y llenaba cien cántaros de aquella agua azul, con lo que garantizaba su eterna juventud. Después de que llegaba al lugar en donde estuviera residiendo, juntaba a los sirvientes que le habían ayudado y les ofrecía una comida en agradecimiento por su ayuda, pero aquella comida estaba envenenada, por lo que así se aseguraba  que nadie supiera su secreto.
Con las miles de mujeres que cohabitó durante su larga existencia tuvo más de quinientas hijas, pero no le daban ningún hijo varón. Esa era una de las pocas cosas que lo mortificaban, mirar que sus hijas nacían, crecían y envejecían para luego morir. Nunca fue capaz de darles de su sangre para que ellas fueran eternas. Le dolía irse de los lugares y dejar a sus hijas, pero por el miedo a la Santa Inquisición tenía que hacerlo. Cuando volvía después de muchos años, ya encontraba que ellas estaban ancianas o habían muerto. Por eso quería un hijo varón para contarle su secreto.
Quienes sabían de aquel poder, eran las brujas, porque ellas podían oler su sangre y la deseaban. Se volvió un perseguido de  ellas, muchas veces amaneció con los talones  mordidos porque  ellas ahí chupaban su sangre, hasta que en una ocasión, una bruja a quien enamoró, le dijo que si se ponía una cruz de saliva en cada talón dejarían  de morderlo.
Y así vivió por  tres siglos, huyendo de un lugar a otro, hasta que finalmente, en las postrimerías  del siglo XVIII nació su hijo Crisino. Con desesperación esperó a que llegara a la adolescencia para llevarlo al cerro de las Ventanas y contarle su secreto. Para su desgracia, cuando su hijo llegó a los quince años, viajaron desde Fresnillo a Juchipila, pero al llegar a la Mezquitera se encontraron a un grupo  independiente  y al descubrir que él era español, lo colgaron en presencia de su hijo. Duró toda una noche colgado del cuello y no moría, entonces asustados los independientes, hicieron un hoyo muy profundo en el panteón y lo enterraron en vida. Dicen que aun  a veces  se escuchan sus quejidos, porque Epifanio Roldan no ha muerto. Para su desgracia no alcanzó a decirle su secreto a su hijo, pero en su sangre ya iba implícita el poder de la sexualidad y eso si le heredó a su descendencia.
Para conocer los detalles de la descendencia del Epifanio Roldan, de debe de leer la novela de el mismo autor, llamada *La panga*  en esta novela se cuenta la vida de Valente, un bisnieto de este personaje, quien tiene la característica de que, cada vez que lanza una maldición, esta tarde o temprano se cumple.

Epifanio nunca se imaginó que la última vez que fue a sacar agua de el cerró de las ventanas, un hombre llamado Próspero Luna, había tomado  un poco de agua del cerro, eso hizo que cuando comió la comida envenenada esta no le hizo efecto al cien por ciento, y con unos dolores tremendos pudo huir de la cueva en donde los escondía Epifanio para que no descubrieran sus  cadáveres. Así, moribundo llegó a su natal Yahualica y le pudo contar a su hermano Gumaro, de aquel cerro, en donde había aquel maravilloso tesoro.
Así fue como, con la ilusión de encontrar aquellas riquezas llegó esa  familia, los Luna, desde tierras lejanas, buscando un tesoro que nunca encontraron; pero eso se narrará en el siguiente capítulo, fundación de  EL REMOLINO………………………………………..

domingo, 20 de mayo de 2012

CAPITULO VIII, DESCENDENCIA DE MACACO Y MAPILA (parte II).


DESCENDENCIA DE MACACO Y MAPILA (parte II)


Yoltic, con su preciosa carga sobre el hombro, siguió  río abajo, caminando dentro del agua. Pronto se alejó del lugar de los hechos. Epifanio Roldán los fue siguiendo a cierta distancia. Pensaba en rescatar a la señora y quedar bien con don  Diego, pero aquel hombre era un cobarde. Había llegado de España dos años antes, y se sentía frustrado porque no podía hacer fortuna como otros que eran más atrevidos. Estaba en la tierra de la bonanza y lo máximo que había logrado, era ser el hombre de confianza de Don Diego Rodríguez, pero no dejaba de ser un criado al que solo le daba migajas de lo mucho que el hombre le robaba  y explotaba a los naturales. Por eso iba tras Yoltic, con la esperanza de rescatar a la esposa del patrón y tal vez este intercediera por él para que el encomendero le diera una buena hacienda. Pero el simple hecho de pensar en enfrentar al indio, lo ponía a temblar.
Un rato después de ir caminando, Doña Luisa volvió de su desmayo. Se sintió incomoda sobre el hombro de Yoltic, y se movió bruscamente por lo que cayó al agua. Desde abajo contempló al mismo hombre moreno que estuvo a punto de matarla. Yoltic también se le quedó viendo, pero de una manera que hizo que la mujer le tuviera confianza, al momento supo que aquel hombre no le iba a hacer daño.
__ ¿Quién eres, qué quieres, en dónde está mi esposo?
La mujer le hizo una serie de preguntas que Yoltic, por no entender el idioma no las comprendió, él le dijo en náhuatl.
__Hija de la luna, la más hermosa de las mujeres, Yo soy Yoltic, el que nunca muere, te llevo al lugar más hermoso del universo, a la capital del cielo, un lugar en donde serás la reina porque mereces vivir ahí, en donde un día habrá de volver un descendiente de Macaco y Mapila, a hablar sobre la profecía y los tesoros de mi cerro.
Ella tampoco entendió lo que él decía, pero aceptó su mano para poder incorporarse.
__ ¿Me llevarás con mi esposo?
__Sígueme, te espera tu reino.
Ella lo siguió dócilmente, no tenía otra opción, confiando que la llevaría directamente con la caravana en donde venía. Pero empezó a pasar el tiempo y Yoltic no daba esperanzas de salir de aquel río. Antes de caer la noche, pasaron por donde había un charco profundo. Yoltic a señas le hizo entender que se quedara en la orilla y no se moviera, luego el de un clavado se fue hasta lo profundo del agua, en ese momento Epifanio Roldan se encontraba algo lejos, pero corrió con la intención de avisarle a doña Luisa que él iba ahí y que no se preocupara, pero antes de llegar hasta ella, miró como el caxcán salía con dos enormes bagres agarrados de las agallas en sendas manos. Los arrojó a la orilla y luego se volvió a hundir. Espifanio lo miraba de lejos, su indecisión  creció, podía gritar, pero que tal si el indio salía y lo descubría, indudablemente lo mataría, así que prefirió seguir escondido, ya habría otra oportunidad. Desde su escondite miró como el indio salió con mas peces, luego como juntó leña e hizo una fogata,  limpió los pescados con su cuchillo de pedernal, después cortó pencas de nopal y las abrió por un lado, en cada una de ellas metió pedazos de bagre junto con oreganillo del cerro, de una bolsa de cuero que traía en la cintura, les puso un poco de sal, para después arrojarlas a las brazas.
En un momento dado doña Luisa, quiso ayudarlo, pero Yoltic, a señas le pidió que siguiera sentada en el arenal.
Una vez que estuvo el guiso, sobre una piedra plana acercó una penca a la mujer, la abrió y le ofreció a que comiera, era imposible rechazar tan delicioso manjar, además, era la primera vez que ella era tan bien atendida por un hombre. De su esposo, siempre había recibido maltratos y humillaciones y aunque la mayoría de sus sirvientes actualmente eran indios, este tenía algo especial, no era su criado, ni se comportaba como tal, este hombre tenía algo diferente.
Hasta el escondite de Epifanio llegaba el olor de los peces cada vez que abrían una penca, su hambre creció, pero se resignó  a comer solo olor, ni modo de ir a pedir.
Una vez que comieron, Yoltic a señas le indicó a la mujer que durmiera. Arrimó mucha leña para que la fogata no se apagara y sufrieran de frío y así pasaron la noche. Otro día antes que saliera el sol, siguieron su camino rumbo al cerro de las Ventanas.
Epifanio cuando pasó junto a donde habían dormido, tuvo que tragarse las pencas de nopal cocidas y lamer los esqueletos de pescado para poder saciar su hambre, además tuvo que correr muy rápido para no perderlos de vista.
Duraron muchos días para llegar a su destino, porque Yoltic tuvo que rodear los asentamientos espa­ñoles de Apozol y Xochilpilli, pero en todo momento estuvo pendiente por la comodidad de su prisionera. Por ella y para ella cazó conejos, pájaros, recolectó frutas, en fin no había quejas de parte de ella, pues increíblemente se sentía feliz al lado de aquel hombre moreno y musculoso, que siempre estaba de buen humor, aunque no le entendía ni una palabra, sabía que todo lo hacía por ella y eso la halagaba. No extrañaba en lo absoluto a su marido.
Por fin llegaron al cerro de las Ventanas. El promotorio estaba solo. Los jacales tanto en lo alto como en el plan estaban solos, quemados. Yoltic sintió mucha tristeza, extrañaba a su gente.
Por el camino rumbo a lo alto del cerro, llegaron a donde esta una peña, ahí Yoltic le pidió a la mujer que esperara. Se acercó a la roca, una piedra sobresalía, Yoltic la empujó hacia su lado derecho y esta cedió, luego se escuchó un crujido y a un lado de la piedra que empujara, se empezó a abrir la piedra hasta que quedó el espacio de un rectángulo perfecto. La puerta a la cuidad que hay dentro del cerro de las Ventanas. Epifanio a corta distancia estaba emocionado por lo que acababa de ver. Yoltic a señas le pidió a la mujer que lo siguiera y así entraron a aquella dimensión desconocida.
Unos minutos después que entraron, la puerta se empezó a cerrar. Epifanio, sin saber lo que había dentro, y haciendo gala de una valentía repentina, saltó de su escondite y entró en la estancia antes que la puerta se cerrara completamente. Quedó asombrado por lo que vio. A pesar que la puerta se cerró totalmente, aquel lugar estaba alumbrado como si entraran rayos del sol. La pared brillaba como si fuera de oro, pero estaba adornada con murales representando hombres y seres muy extraños. En el espacio había muebles y adornos ornamentales, el piso era de una piedra muy brillante.
Yoltic y Doña Luisa no estaban ahí, escuchó voces, eran ellos, y a él le entendió perfectamente, como si hablara el más puro castellano.
Las voces venían del fondo de el lugar, hasta ahí fue Epifanio y se dio cuenta que había una escalinata hecha con la misma piedra brillante y en forma de caracol descendía cientos de escalones. Sin dudarlo un instante empezó a bajar, entonces pudo escuchar con claridad el diálogo.
__Pero te entiendo perfectamente __Dijo doña Luisa.
__Si, es que aquí, en este recinto sagrado no existen las limitaciones, no existen los idiomas, todos nos podemos entender porque este es uno de los pocos lugares perfectos del universo, en donde no existen las religiones ni las creencias…todo es armonía.
__ ¿Entonces aquí todo es amor?
__No necesariamente, aquí, quien es bueno se hace más bueno, y el malo incrementa su maldad. Pero quien siente amor, aquí no puede ocultarlo.
__Entonces esto que he estado sintiendo por ti todos estos días, es…amor, ahora lo siento con una intensidad que me ahoga.
Yoltic detuvo su caminar. Volteó a verla y con tristeza le dijo.
__No puede ser, tu eres la hija de la luna, yo solamente un ser humano. Y es que eso que tu llamas amor, yo también lo he sentido desde el momento que mire tus ojos, desde que he tocado tu mano, desde que he tocado tu piel
__Porque dices que soy hija de la luna? No entiendo.
__Porque le pedí a la luna, porque llegaste como un regalo, porque tu piel es blanca como la luz que alumbra la noche, porque eres hermosa.
__Entonces si soy un regalo, soy tuya, solamente tuya.
Al decir eso, la mujer se acercó a Yoltic y abrazándolo por la cintura, se estiró un poco y tocó sus labios con los de ella. El indio se estremeció.
__ ¿que es eso hija de la luna? ¿Qué me has hecho?
__Solo te di un beso ¿Nunca has besado?
__No,
Entonces ella volvió a repetir la acción. La emoción en Yoltic fue mayúscula. Empezó a reír y luego tomándola de la mano corrió escalera abajo hasta llegar a el plan, en donde estaba la más hermosa de todas las ciudades jamás conocida.
Calles perfectamente diseñadas, todas las casas eran de dos o tres pisos, arboledas, frutales, pájaros de muchos colores, animales exóticos.
Con mucha emoción preguntó doña Luisa.
__ ¿Qué es esto?
__ Es la ciudad de el Cerro de las Ventanas. Mira, si subimos por esa otra escalera llegaríamos a las ventanas, que es otra puerta, pero esa solo la sabrá abrir quien en algunos siglos mas, será sangre de mi sangre, sangre de Macaco y Mapila.
__ ¿ Pero, y la gente, nadie vive aquí?
__Si, pero ahora están dormidos. Pero ven, quiero enseñarte lo más maravilloso.
Caminaron por una calle, hasta llegar a una especie de plaza, en donde había una iglesia y una pirámide.
__Mira, aquí moran todos los dioses. Tú miras una casa de tu Dios, yo miro una casa de el mío. Todo es armonía. Pero ven, lo que te quiero enseñar es esto.
De el suelo, brotaba un chorro de agua azulada que corría hasta un estanque que nunca se llenaba.
__ ¿Agua?
__ Si agua, pero de la que no puedes beber tú porque eres mujer. Si tu bebes de esta agua tu vida se hará muy corta y pronto morirás. En cambio yo, puedo tomar toda la que quiera y mi vida será eterna. La única manera en que yo puedo morir, sería si cortaran mi cabeza de mi cuerpo.
__Pero entonces es un agua especial para hombres.  ¿Cómo hacer para vivir siempre a tu lado?
__ Es fácil, yo bebo de el agua, y tu bebes de mi sangre, así es igual que si bebieras de el agua tu misma.
Al decir esto se agachó y puso su boca sobre el mismo chorro que salía del subsuelo, luego se incorporó y con su cuchillo de pedernal hizo una cortada en su brazo, para luego ordenarle a la mujer,.
__Ven hija de la luna, ven y toma de mi sangre, que si es verdad que con esto no has de vivir mil vidas, si remediaras todos tus males sentirás como corre la vida en tus venas.
La mujer obedeció. Con un poco de temor se acercó, puso su boca sobre la herida y dejó que aquella sangre entrara en su cuerpo. Al instante sintió un calor extraño y lamió toda la sangre que pudo. Misteriosamente de repente se cerró la herida. Entonces miró a los ojos de Yoltic y encontró amor, mucho amor, el mismo amor que estaba sintiendo ella.
__Hija de la luna, vuelve a poner tus labios sobre mis labios, igual que lo hiciste en la escalera.
Ella obedeció y se unieron en un abrazo que se fue convirtiendo en un cúmulo de caricias. A un lado de aquella fuente de vida, cayeron los ropajes que cubrían sus cuerpos y sobre las piedras de aquella ciudad mágica se realizó el más hermoso acto de amor que jamás se hubiera hecho en el universo, porque además de que fue una entrega total, fue la causa de una maravillosa consecuencia.
Desde su escondite Epifanio Roldán fue testigo de aquel acto. De los múltiples besos posteriores y las promesas de amor eterno.
Estaba desesperado por acercarse a aquella fuente, pero aquel par de enamorados no daban trazas de irse de ahí hasta que por fin el dijo.
__Debemos irnos, no podemos quedarnos mucho tiempo aquí o corremos el riesgo de quedarnos para siempre y nuestra misión en el exterior aun no termina.
__A mí si me gustaría quedarme aquí para siempre.
__ Y así va a ser algún día, cuando aprendamos a ser Dioses, a ser eternos. Pero vámonos, es tiempo ya,
Epifanio tuvo que esconderse muy bien para que no lo miraran cuando pasaran. Pero aquel par iban tan emocionados que no lo notaron.
__  ¿Y cuando salgamos ya no nos vamos a entender?
__No ya no, pero tendremos que aprender a comunicarnos, o tu tendrás  que aprender mi lengua.
__ O tú la mía
__Antes de que dejemos de entendernos, hija de la luna, tienes que prometerme algo.
__Pídeme lo que quieras.
__Que jamás nadie habrá de saber por tu lengua, que este lugar existe, y menos aun como entrar en él.
__Lo prometo por este amor que siento por ti.
__ Los espíritus han escuchado tu promesa. Si algún día la rompes, en ese instante has de morir.
En cuanto ya no los tuvo a la vista, el español corrió a la fuente y se tiró directamente al estanque y ahí bebió, bebió y bebió y conforme el agua entraba en su cuerpo, el sintió que se iba llenando de fuerzas. Los males que lo aquejaban inmediatamente desaparecieron, el dolor de sus riñones, las cicatrices de la viruela, su hepatitis, y hasta la sífilis se volvió solo un recuerdo. Le hubiera gustado quedarse ahí, pero recordó las palabras de Yoltic. Ya no le cabía más agua en el estómago sin embargo dio un par de sorbos mas y luego salió del estanque, no sin antes llenar su pequeña cantimplora, para luego correr a toda prisa, directo a la escalinata para salir de aquel lugar.

Cuando el ataque a la caravana de don Diego. Este llegó a Xalpa y de inmediato ordenó que se hiciera una campaña para ir a rescatar a su esposa, o en su defecto el cadáver de su esposa o lo que quedara de ella. Nunca se imaginaron que se la había llevado Yoltic, asi que fueron tras el rastro de Tenamaxtle y su gente. Cuando Tenamaxtle  se dio cuenta que lo iban siguiendo dio la orden que se dividiera su ejército en dos, y luego cada grupo en otros dos y así sucesivamente hasta que fueran una sola persona y todos fueran con rumbo distinto. En algún tiempo se volverían a reunir en Tonalá.  Fue por esa razón que les fue imposible seguir el rastro de tantos a una vez.
De alguna manera, aquel grupo ese día descansaba en Juchipila, como la llamaban los españoles.
Fue a uno de los monjes a quien se le ocurrió decir.
__Sabe don Diego, deberíamos de buscar a su esposa en el cerro de las Ventanas. Tenamaxtle y sus aborígenes, creen que ese cerro es mágico, quien quita y estén escondido por ahí.

Cuando Epifanio subió la escalinata y llegó a la estancia donde se entra a el cerro, ya estaba cerrada, entonces se puso a tocar en la pared, hasta que encontró una especie de palanca, la jaló y al momento se empezó a abrir la puerta. Salió al aire libre, se sentía fuerte, poderoso lleno de vida e increíblemente con mucho valor y coraje, ya no era un cobarde. En eso escuchó una gritería, miró hacia abajo y vio que en el llanito que hay luego de una cueva blanca, una veintena de españoles y muchos indios peleaban contra un solo guerrero.
A toda prisa buscó la piedra movible que accionaba la puerta. Aquel lugar era un secreto, era su secreto. Nadie debería saber de aquella fuente. No, solo él sería inmortal. El clásico egoísmo de los envidiosos.
En cuanto la puerta se cerró corrió a ver que pasaba.
Yoltic se defendía de aquella jauría, a un español le había arrebatado su espada y con ella arremetía contra quienes lo atacaban. Su cuerpo estaba bañado en sangre, pero sus ímpetus eran igual que si apenas hubiera empezado la pelea. Más de una docena de indios y españoles yacían sin vida en el suelo. Don Diego abrazaba a su esposa que desesperada quería correr a donde el indio se defendía. La mayoría de sus heridas eran en la espalda porque lo atacaban a traición, pero no lo hacían caer.
__Hola don Diego__ Saludó Epifanio muy tranquilo.
__ Epifanio ¿Qué haces aquí? Te creíamos muerto.
__Nada de eso don Diego, simplemente me había perdido. Pero dígame una cosa, entre tantos no pueden con ese indio.
__No, y es mejor que huyamos, está acabando con todos y luego seguiremos nosotros.
__No, lo que pasa es que no han sabido golpearlo, el golpe tiene que ser a el cuello, tienen que arrancar su cabeza.
Al escuchar aquello doña Luisa lo miró asustada. Aquel hombre sabía el secreto.
__Mire don Diego, yo voy a hablar con ese hombre, lo voy a distraer, luego ordene que alguien se acerque por la espalda con un hacha y le corte la cabeza, es la única manera que el muere.
__ Vamos, ni que fueras tan valiente.
__Mire que si lo logramos, ¿usted conseguiría que me fuera regalado este cerro?
__Este y otro igual que este…
__Bien, siga mis instrucciones. Para empezar deme una espada.
__ ¡Huye Yoltic, huye!
El indio volteo a ver a la mujer mientras una espada se encajaba en su estomago, esta salió y él respondió de la misma manera cayendo el español agonizante.
Pero en eso Epifanio le gritó….
__Ey, mira….__ Y al decir esto, le mostro su cantimplora y tiró un poco de agua azul al suelo.
Yoltic dejó de pelear. NO era posible, aquel hombre tenía agua de las mil vidas.
__ De donde tomaste eso __ Le pregunto en su lengua.
Epifanio tomó de aquella agua y luego hizo señas de fuerza, levantó poco a poco su espada. Yoltic supo al momento que estaba frente a un enemigo tan poderoso como él. Epifanio ya no sentía cobardía, estaba dispuesto a pelear, o mejor dicho a entretener al indio, ya que a sus espaldas poco a poco se acercaba otro español con un hacha en la mano.
Por más que le grito Luisa que tuviera cuidado a sus espaldas, Yoltic no la entendió concentrado en el enfrentamiento contra Epifanio. Ni siquiera tuvo oportunidad de que las espadas se cruzaran. El cobarde a sus espaldas se acercó presuroso y de un certero golpe con el hacha, arrancó la cabeza del cuerpo del hijo de Macaco y Mapila.

Una vez en Juchipila. Todos reían felices, había muerto el hombre invencible. Luisa lloraba inconsolable en una celda del convento, A Epifanio Roldan le fue concedido como propiedad el cerro de las Ventanas y Don  Diego planeaba su retorno a la Xalpa mineral.
Nueve meses después de aquel suceso, Doña Luisa, esposa de don Diego Rodríguez, paría un hermoso niño blanco, como si fuera hijo de la luna a quien se le impondría el nombre de Alejandro Rodríguez Quiroga y Barcenal. Primogénito del dueño de vidas y riquezas de todo lo que fuera la Jalpa y mil leguas alrededor. Aquel niño que tenía la furia y la nobleza de un indio que murió decapitado, aquel niño que en realidad era nieto de Macaco y Mapila, aquel niño que fuera el primero de una gran estirpe de Rodríguez y de la cual, varios siglos después siguiendo esa descendencia, naciera un hombre al cual llamaron Guadalupe Rodríguez, mejor conocido como… Lupe…….. “Lupe el Pichilingue”.