El origen de la Fiesta de la Cruz (Primera parte)
Onofre Villarreal con el plato donde llevaba su queso, a la puerta del zaguán de la casa de su compadre Eligio, gritó un ¿buenas tardes, hay gente en casa?
Al momento apareció Eligio y sonriendo, con mucho gusto le dijo.
__ ¡Pásate compadre, pásate, estamos cenando, vente pa que te eches un taco.
No había miedo ni rencor en aquella voz. Era la misma camadería con que se habían visto desde niños; con mucha confianza entró Onofre y con un gusto inmenso apretó la mano que su compadre le tendía, luego llego hasta la cocina en donde cenaban su ahijado y su comadre y de igual manera fue recibido. Junto con ellos compartió su queso y ellos compartieron sus frijoles. Al terminar dijo Eligio con voz muy seria.
__Compadre, no sé ni cómo decirte esto, pero quiero pedirte una dispensa muy grande. Quiero decirte que si es cierto lo que siempre me reclamaste. Si me jodí una carga de maíz de más cuando partimos la yunta que sembramos juntos. La verdad he vivido con mucha pena desde entonces y es que no supe ni porque lo hice. Quiero de verdad que me dispense, ya veré el modo de pagarle ese maíz.
Onofre quedo sorprendido, jamás hubiera imaginado que su compadre le confesara de aquel modo su delito. Sin embargo no sintió coraje, le gusto su sinceridad y al momento le respondió de igual manera.
__Le digo una cosa compadre. Ya olvídese de chingaderas, total una carga de maíz no debe ser motivo para perder nuestra amistad de tantos años, y lo haiga hecho por lo que lo haiga hecho… haga de cuenta que no paso nada. Y le digo una cosa, lo que si me sorprende es que me haiga recibido de tan buen modo, como si uste supiera que yo venía.
__Pos es que si sabíamos que iba a venir compadre __Agrego Agripina, su comadre __Lotro día juimos con la niña Zaurina del Remolino a preguntarle por una coqueta que se me perdió, y ella nos dijo que uste iba a venir, y que lo recibiéramos con agrado. Hasta mi viejo le dijo que ni cuando uste fuera a dignarse en venir a vernos, por el robo que le había hecho, pero la niña sonrió y nos dijo, cuando se estén comiendo el queso que les va a llevar, deberán de pensar en sus rencores, y entre más se perdonen, más sabroso les va a saber… y viera compadre que sabroso esta su queso, no cabe duda que mi comadre si sabe hacerlos bien buenos.
__Saben compadres, esa niña es una santa, y tiene toda la razón, pa que es más que la verdad compadre, vamos olvidándonos de chingaderas y vamos siendo amigos como siempre fuimos, es más, lo invito mañana a que vayamos al guaje.
Y así fue como se rehízo una amistad de tanto tiempo, por los consejos de aquella niña sabia que poco a poco fue unificando a toda la comarca.
Sin embargo no siempre adivinaba las cosas, pues como ella decía, no todo le era revelado.
Una mañana llegaron dos parejas buscando a la niña Zaurina. Crucita los escucho saludar y no supo cómo actuar. Una pareja se quedo en el camino real volteando para todos lados, la otra entro preguntando por ella. Escucho cuando su madre la negó y como aquella pareja insistía en verla, pues tenían un problema muy grande, aludían una enfermedad y la mujer llorando suplicaba por ver a la niña.
Sus mascotas se mostraron inquietas y corrieron a esconderse, en el corral, los animales de su padre también mostraban nerviosismo. Por más que se esforzaba, Crucita no tenía ninguna revelación, entonces le vino la idea de algo malo y con mucho sigilio se fue por atrás de los jacales a esconderse en el monte. Mercedes la llamó, pero al no recibir respuesta empezó a buscarla junto con la pareja que también lo hacían afanosamente. Hasta que estuvo segura, ya muy lejos de su casa, fue que a crucita le vino la revelación, aquellas personas iban con la intención de robársela para explotarla como adivina, iban a matar a Mercedes y a quien se atravesara en su camino, la única manera de salvar a su madre, era que no la encontraran, así que decidió alejarse de su casa para buscar ayuda. No podía ir directamente al camino real porque la podrían mirar los que estaban resguardando el camino, y cerca del camino real estaban los otros jacales, su padre andaba para el rio adentro y estaba muy lejos para ir a buscarlo, así que se le vino otra idea, iría a buscar a su abuelo José María, además de que la protegería, ya era tiempo de que la conociera y hablara con él.
Don José María había desmontado unos huizachales pegados a sus jacales y ahí sembraba año con año. Esa misma mañana, jalado por un par de bueyes el arado avanzaba lentamente abriendo el surco, mientras uno de sus nietos iba aventando las semillas de maíz, frijol y calabaza. Detuvo la yunta al mirar que por el talud del arroyo, subía aquella niña y luego que lo hubo visto, le hacía señas para que se acercara. La muchachita parecía no tener más de tres años. La distancia no era muy grande y José María la observo, blanca y trenzuda como su Mercedes, igual de bonita. Parecía un angelito, ¿Sería acaso la niña de que tanto se hablaba en el rancho? ¿Pero cómo podía andar sola? Dejó la yunta parada y corrió a donde lo estaba llamando.
__ ¡Abuelito, abuelito, necesito que te apures, pronto, unas gentes malas van a matar a mi mama si no vas a ayudarla!
El viejo sintió una angustia muy grande en su pecho y se arrodillo hasta ponerse a la altura de la niña.
__ ¿Eres Crucita?
__Si abuelito
__ ¿Y dices que tu mama está en peligro?
__Si, ya me ha sido revelado, unas gentes vienen a robarme y a matar a mi mama, por eso necesito que nos ayudes, mi papa anda muy lejos y no le puedo avisar.
Luego de aquello la niña le tendió los brazos y José María sintió como aquellas manecitas apretaban su cuello. Una ternura enorme lo invadió y no pudo evitar que dos lagrimas rodaran por sus mejillas. También abrazo aquel cuerpecito. Y de pronto recordó que la niña le dijo que su hija estaba en peligro y la angustia lo embargo.
__ ¿Dices que van a matar a tu mama?
__Si, unas gentes malas, pero tú puedes salvarla si te apuras, allá está en el jacal de nosotros.
__ ¡Pronto Romaldo! __Le ordeno al nieto que traía como sembrador __Vaya al jacal y dígales lo que está pasando, que quieren matar a Mercedes, y avísale a tu padre y a tus tíos también, y a toda la gente que te encuentres, pero cuélale, apúrale, nosotros nos vamos pal jacal de Anastasio Haro a ver que está pasando.
Y tomando en sus brazos a su nieta, aquel hombre ya viejo, con la puya con que picaba a los bueyes, no supo ni de donde saco tantas fuerzas para correr y correr entre huizaches y huizcolotes rumbo al jacal donde vivía su hija.
La encontró a medio camino llorando, seguida por aquella pareja que no dejaban de llamar a Crucita. Iban siguiendo sus huellas.
__ ¡Mama! ¡Mama! Mira, me trajo mi abuelito.
Mercedes corrió a donde estaba su hija, su padre la bajo al suelo y la niña se abrazo a su madre, luego don José María con ambas manos apretó la puya y con ella amenazo a la pareja.
__Ya se a lo que vienen, y esa mala intención se las voy a quitar con esto.
__No se de lo que habla señor __Dijo la mujer muy asustada __Nosotros solo queríamos preguntarle algo a la niña Zaurina.
__Mentira, ella dice que vienen a robársela y a matar a su mama.
Al escuchar aquello Mercedes sintió un estremecimiento.
__ Te lo dije Martina __Dijo el hombre __Si la niña era adivina se iba a dar cuenta de nuestras intenciones. Pero esto no se queda así.
Al decir eso, de entre sus ropajes aquel hombre saco una pistoleta de un tiro y con ella apunto al viejo.
__ Cuando menos usted se muere y luego nos llevamos a la niña.
Crucita deshizo el abrazo que tenia con su madre y sonriendo encaro al hombre.
__No señor, usted no puede matar a mi abuelito, porque si usted lo hace, también se van a morir ustedes. Ya vienen muy cerca mis tíos y ellos vienen muy enojados. Si me roban, no llegarían ni siquiera a Contitlán cuando la gente los alcance y los destrozarían a pedradas. Lo mejor que pueden hacer es irse pronto y no volver nunca. En estos momentos ya hay gente llegando por el camino real al jacal de nosotros y ya traen a pedradas a sus otros compañeros, si quieren salvarlos, corran y digan que yo estoy a salvo.
Entonces tendrán oportunidad de huir.
__ ¿A mi hermano lo traen a pedradas?
__Si señor, corra para que lo salve.
El hombre volvió a guardar su pistoleta y antes de darse vuelta para correr rumbo al jacal de Anastasio, miro como entre el huizachal algunos hombres corrían en dirección a ellos, entonces tomo la mano de la mujer y huyeron a toda prisa.
Algunos parientes de José María llegaron jadeantes hasta ellos. Ya solo estaban, padre, hija y nieta.
__ ¿Qué paso apá?
__ ¿Qué paso tío?
__ Nada hijos, nada. Pero vénganse, vamos a llevar a estas mujeres a su casa, no vaya a ser que esas gentes regresen.
__No te preocupes abuelito, jamás van a regresar.
Mercedes no dijo nada, pero sintió un alivio muy grande, cuando sintió que el brazo de su padre rodeaba su hombro y con el otro cargo a su nieta rumbo a su jacal.
Cuando llegaron había mucha gente comentando el caso. Como habían apedreado a una pareja que estaba ahí, y como otros llegaron y todos se fueron corriendo. Toda la población remolinense en aquella época estaba reunida en el patio de Mercedes, todos, incluyendo a cada uno de los Luna.
En eso estaban cuando se escucho un… ¡Buenas tardes a todos! El momento se puso tenso. Anastasio, sus hijos, su padre y sus hermanos llegaban en ese momento. Los Luna se fueron arremolinando a las espaldas de José María y empuñaron las manos preparándose para la pelea, los Haro hicieron lo mismo. Mercedes y su madre se pusieron muy nerviosas, los otros vecinos que no eran ni Luna ni Haro, se hicieron a un lado, conocedores de la rivalidad existente entre las dos familias. Solamente Anastasio no, no se preparo para ninguna pelea, pues la sonrisa de su hija algo le decía. Sin embargo no encontró palabras para expresar su sorpresa de encontrar a tanta gente en su patio.
Ante aquel silencio fue la clara voz de Crucita la que se escucho con más fuerza que nunca.
__Papá, abuelo, ya es tiempo que olviden sus rencores. Mantener ese sentimiento tan malo, es igual que estar muerto en vida. Papá, hoy mi abuelito me salvo de que me robaran y mataran a mi mamá. Y él se siente muy orgulloso de haber hecho eso. Porque hoy también tu, abuelito, te has dado cuenta de cuánto quieres a tu hija y lo que hubieras sufrido si esas gentes tan malas la hubieran matado.
Tanto los Luna como los Haro son una familia porque están unidos por la sangre mía y la de mis hermanos, así que les voy a pedir una cosa. Es mi voluntad padre, es mi voluntad abuelo, que en este momento se den la mano y olviden el rencor que los ha separado por tanto tiempo. Así mismo, eso le pido a todos los presentes…que se saluden, que se quieran, porque lo han demostrado al preocuparse por mi mamá y por mí. Vamos, que esperas papá, que esperas abuelito, salúdense como los que son, dos hombres que se perdonan todo.
Fue Anastasio el primero en extender la mano. Venciendo su orgullo, don José María Luna apretó aquella diestra que le tendían y luego jalándolo con fuerza acerco el cuerpo de su yerno para fundirse en un abrazo de verdadera amistad. Luego de aquello fue a saludar a su consuegro y a todos los hombres de apellido Haro. Anastasio hizo lo mismo, se acerco a cada uno de los Luna y los fue saludando. Cuando llego frente a Gumaro, este le tendió el brazo izquierdo, en donde tenía el muñón, Anastasio se quedo serio, pero luego de aquello Gumaro lanzo una carcajada y le tendió la diestra.
__No se crea primo, era solo una broma. La verdad es que yo siempre me he dicho, que si perdí mi mano fue por pendejo y no por otra cosa, en serio que siempre dentro de mí, te he agradecido que no me quitaras la vida, porque a ley de hombre estabas en todo tu derecho y quiero decirte que esta mano que me quedo, te la extiendo como un verdadero amigo y que nunca te he tenido rencor. Y si me callaba esto era nomas pa que no me reganara mi tío José María.
Propios y extraños se mostraban felices. Una vez que todos se saludaron y perdonaron, con su voz clara Crucita volvió a hablar.
__Les pido por favor a todos que me escuchen. Siéntense, algo tengo que decirles.
Todos obedecieron, la voz de aquella niña tenia tanto poder que no había manera de desobedecerla. En cualquier cosa que sirviera como asiento la gente fue buscando acomodo, en el metate parado, en algún tronco, en la batea, etc. Los que no encontraron más, se sentaron en el suelo.
__Hoy me han sido reveladas varias verdades__ Empezó diciendo la niña __ Primero se me ha dicho porque me desarrollo tan rápido, es porque voy a vivir toda una larga vida en solo unos cuantos años, es por eso madre, que ni siquiera te diste cuenta de tu embarazo, apenas tenía dos meses de gestación cuando yo nací, también es por eso que hago lo que otros niños de mi edad no pueden hacer. Pero eso no importa, todos nacemos y un día morimos… La revelación más hermosa que se me ha hecho, es que yo he venido a este mundo, y precisamente a este ranchito, porque yo represento la unidad entre ustedes, y eso hoy se ha comprobado. Este llegara a ser un poblado de regular tamaño, se unirán poco a poco los remolinitos de jacales, hasta formar una sola ranchería. Se dividirá en barrios según queden entre los arroyos y eso es todo lo que se por ahora, porque no se me revela todo, hay cosas que no se, por ejemplo, hoy no supe que iban a venir esas gentes malas, pero Dios sabe porque hace las cosas, de otra manera no se hubieran unido mis dos familias. Estoy feliz de eso, y porque toda la gente que ahora vive en Remolino, es una sola familia.
__ ¿Entonces este va a ser un pueblo grande hija? __ pregunto Anastasio emocionado __¿Como Guadalajara?.
__No padre, no de esa magnitud, será un ranchito desde el surco de Nopales que esta plantando don Crescenciano Lugo y nunca llegará a tocar el rancho de Contitlán. Llegaran gentes buenas y trabajadoras que se enamoraran de esta tierra, por ejemplo don Fermín Horta, que mañana llegará escoltando a sus arrieros con sus cuarenta guardias, y le gustará tanto el Remolino, que va a hacer unos corrales de piedra para que descansen aquí sus animales, y va a hacer la primer casa de adobe. Ya no va a regresar a Aguascalientes, en donde están sus otros hermanos, él y su familia se van a quedar a vivir aquí, y eso será por muchas, muchas generaciones. Uno de sus descendientes que también será arriero, ha de traer al Remolino dos árboles que serán uno de los símbolos de la comunidad. Es todo lo que se, es todo lo que se me ha revelado. No todo se me dice, no todo se me descubre, aún hay misterios que se me niegan.
__ ¿ Y del algún tesoro por ahí?__ Dijo don José María __¿ No te han revelado algo que hay en el cerro?
__ Si abuelo, en ese cerro hay muchos tesoros, unos que dejaron nuestros antepasados. Otro que tu andas buscando porque un sobrino tuyo te dijo que ahí había, y muchos que han enterrado los Chinacos. En corto tiempo, va a haber más tesoros, porque habrá una guerra y después de eso un hombre muy valiente de apellido Bañuelos, enterrará en ese cerro mucho dinero. Pero la mala noticia abuelo, es que ninguno de esos tesoros es para ti. Ni siquiera el que has andado buscando por mucho tiempo, y que casi has encontrado, porque un día estuviste recargado en la puerta que lo guarda. El tesoro más grande que vas a encontrar abuelo, es el de la tierra, el de la familia, y el de la amistad. Tu tesoro abuelo, fue haber fundado El Remolino, y eso te lo agradecerán todas las generaciones futuras. Siéntete muy orgulloso.
Don José María se quedó muy serio. Tanto que había buscado su tesoro y resulta que no era para él, y ni como dudar de las palabras de aquella santa. Desde ese día no volvió a buscar ningún tesoro y eso que un día andando en la temachaca, caminando por el rescolodo donde están las ventanas, miró cuando en la cueva que muchos años después le llamarían la cueva de Montoya, El gavilán y tres chinacos más, enterraban dos cantaros repletos de monedas. Le dio mucho miedo y se quedó serio para que no lo fueran a descubrir. Con horror vio como sobre salía de el hoyo en donde iban a poner los cantaros, una mano, al parecer de una mujer por lo delgada que se miraba. Miro cuando entre los tres acomodaron cántaro por cántaro y luego taparon el agujero. Antes de retirarse el gavilán dijo.
__Este dinero es mío Cleotilde. Aquí te quedas a cuidarlo. Solamente lo va a poder sacar aquel que venga comiendo coalaistas si es que yo no estoy presente… de otro modo yo tengo que estar presente, ya sea en cuerpo o en espíritu. Por la maldición del eterno de la oscuridad, que así sea.
Luego arrojó sobre la tierra un guaje de agua, de la que se robaba de las iglesias por estar bendita, para poner sus condiciones que cada tesoro que enterraba.
En eso llegó otro chinaco muy asustado.
__Jefe, ahí ladera arriba viene Fermín Horta con sus lanceros. Ya se dieron cuenta que robamos a sus arrieros en la cuesta de Apozol y seguro vienen por su mercancía.
__ Que la chingada. Vámonos, no tenemos tiempo ni hombres para enfrentarlo, déjenle sus chingaderas que le robamos y vámonos para el pueblo viejo.
En cuanto desaparecieron de su vista los forajidos, José María corrió a donde acababa de ver que enterraron aquel dinero. La tierra estaba suelta, no estaban muy hondos los cantaros. Con su rosadera empezó a escavar, pero apenas llevaba un poco de tierra apartada, cuando escucho aquel quejido que salía de la profundidad de la tierra. Era un lamento muy doloroso que hizo que su piel se enchinara. Se incorporo al momento y sin decir más agarro ladera abajo. Ya se lo había dicho su nieta, que nunca se encontraría un tesoro de aquel índole. Pronto se encontró con Fermín Horta y sus lanceros, les conto de que escondido del gavilán, escucho como uno de sus secuaces le previno que los iban siguiendo, que sus mercancías habían quedado en la cueva blanca y el gavilán iba con rumbo al pueblo viejo, pero nunca les dijo nada del tesoro y ese sigue ahí, esperando que alguien tenga mucho valor para ir junto con el espíritu del gavilán a sacarlo o simple y sencillamente que vaya comiendo coalaistas. Porque mientras un tesoro no sea sacado, el espíritu del hombre que lo enterró no descansa en paz. Es un alma en pena, y así sigue aquel bandido asesino, regalando sus tesoros, pero nadie los saca porque le tienen miedo, pues se aparece sangrando tal y como murió, el día que se enfrentara al mayor de los Luna, el día que encontró la muerte.
FRANCISCO RODRIGUEZ LOPEZ.
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