EL ORIGEN DE LA FIESTA DE LA SANTA CRUZ (segunda parte)
Era 25 de julio, como cada año Anastasio y Mercedes madrugaban para caminar a Moyahua. No les gustaba ir al convento de Juchipila porque los tastoanes no eran igual de divertidos que en Moyahua, además, de aquel pueblo volvían siempre con sus doscientas o trescientas bolas de chorizo que les duraban por un buen tiempo.
Y como recientemente el señor cura don José Felipe Sierra les habían dicho que con la construcción del templo del Moyahua nuevo, el Remolino pertenecía al curato de allá, se sentían con mas obligación de ir a donde pertenecían, EL curato de Moyahua era desde Palmarejo hasta el Arroyo del Zapote.
Como Vivian a la orilla del camino real, en fechas de 25 de julio, desde muy temprano escuchaban cuando empezaban a pasar los peregrinos, ellos se esperaban calculando llegar a misa de seis, ya casi amanecido. Luego paseaban un poco por la nueva plaza, compraban algunos dulces para sus niños, su chorizo y luego regresaban al Remolino, felices por haber ido a ver al santo patrón y para que los dos recibieran sus cincuenta espadazos por la manda que habían hecho, pidiendo que no fuera a morir Gumaro, cuando el pleito donde perdió la mano.
Esa mañana Crucita despertó con una preocupación, no tenía ninguna revelación, pero sentía una angustia muy grande. Les preguntó a sus hermanitos por sus papas y estos le explicaron lo de la costumbre de ir cada año a Moyahua. Sin más les ordeno:
__Vámonos, tenemos que ir a Moyahua. No sé qué presiento, vamos.
Los niños se habían acostumbrado a obedecerla a pesar que eran mayores que ella, inmediatamente se incorporaron de sus petates. Al salir del jacal, miraron como don José María y seis más de los Luna iban llegando a su patio.
__ ¡Abuelo! __ Grito la niña emocionada __ Ya sabía que venias, y quiero que vayas con nosotros a Moyahua, pues mi papá y mi mamá se fueron para allá y tengo un presentimiento.
El viejo se puso pálido y sin más les ordeno a sus familiares.
__Ya oyeron cabrestos, vamos para Moyahua pues.
La nueva plaza estaba atiborrada de tastoanes. Hacía apenas unos cuantos años que doce familias se habían asentado en lo que ya se conocía como Moyahua nuevo, y de inmediato habían empezado la construcción de su templo y del parián. Los tastoanes iban y venían de lo que llamaban Moyahua viejo, que estaba al otro lado del rio y la Moyahua nuevo, que estaba a la orilla del camino real. Estos personajes, los tastoanes se la llevaban haciendo travesuras con todo aquel que se les atravesaba. Mostros que los frailes habían inventado, supuestamente como si fueran moros y peleaban contra Santo Santiago, otros decían, que eran caxcanes, luchando contra el patrón que los vencía con su santa espada. Total que eran decenas de hombres que tapaban su rostro con una máscara de madera la cual era adornada, con unas melenas que fabricaban con colas de vaca, su cuerpo lo cubrían con capotes de tule, o los que se vestían de tastoanes y eran gente adinerada, con capotes de cuero de vaca, en una mano un cuerno de venado y en la otra un jarro generalmente con ron de caña o mezcal tequilero de las provincias de Jalisco.
Mercedes por su belleza, era un blanco constante de aquellos enmascarados. Atanasio se divertía con ella que no paraba de gritar improperios a todos aquellos que le jalaban las trenzas o que se acercaban a decirle que como estaba chula.
Ya regresaban al Remolino, subían la cuesta para llegar al camino real, cuando en un planito miraron que estaban cuatro tastoanes. La noche anterior había llovido mucho y estos se divertían mojando a los peregrino con agua de un enorme charco que se había formado en el plan.
Al pasar la Mercedes los cuatro empezaron a gritar al unísono.
__ ¡La trenzuda no se baño, vamos a bañarla, vamos a bañarla!
Y al momento los rodearon. Atanasio para proteger sus dulces y el chorizo que había comprado, corrió para eludir a los traviesos, pero la pobre de Mercedes no pudo porque la rodearon y no la dejaron en paz hasta que la vieron rodar por el charco, completamente enlodada. Con coraje busco piedras entre el lodo y con ellas se empezó a defender hasta hacer correr a los enmascarados. Completamente a salvo Atanasio no paraba de reír al contemplar las fachas con las que habían dejado a su mujer.
__Ándale burlón__ Le dijo molesta __Apúrate a que lleguemos al arroyo de Santa Teresa para lavarme.
A toda prisa caminó Mercedes, aguantando las burlas también de los peregrinos. El arroyo de Santa Teresa rebosaba de agua limpia y fresca, aquel cause que corría entre lomas para terminar desfogando en el rio, era una bendición para los peregrinos, pues la mayoría llegaban ahí para saciar su sed.
Mercedes le dijo a Atanasio.
__Vente, vamos arroyo arriba, me quiero bañar bien y aquí no se va a poder y pa que se te quite por no haberme defendido tu me vas a cuidar que nadie me vaya a ver.
Que equivocada estaba la mujer. Nunca se imagino que iba a ser espiada desde lo alto del talud, y lo peor, por quienes.
Caminaron varios minutos hasta que encontró un recodo de su agrado, luego para sorpresa de Atanasio se desnudo completamente y se metió al agua. El hombre la observo, de verdad era hermosa su mujer, a pesar de que ya había sido madre de tres hijos, su cuerpo seguía siendo tan deseable, aquellos pechos firmes y grandes, la cintura reducida y esas caderas, sobre todo esas caderas tan cadenciosas y con las que ella sabía que volvía loco a su varón. Primero enjuago sus vestimentas, luego con las manos en concha lentamente se echaba agua al cuerpo mientras miraba de una manera especial a su macho. Reía, reía como a Atanasio le gustaba que riera, como lo hacía cada vez que le daba felicidad.
Aquella risa se desparramo por el aire y llego hasta el llanito que estaba arriba del arroyo. El gavilán abrió los ojos. Con la cabeza descansando sobre la silla de su caballo dormía sobre un sarape tendido en el suelo. La noche anterior junto con tres de sus lugartenientes habían tomado mucho licor en Moyahua y solo habían alcanzado a llegar a aquel llano y ahí habían hecho campamento. Curioso por la risa femenina se acercó discretamente al bordo del talud y protegido por los arbustos busco a la dueña de aquel sonido tan peculiar. En ese momento Mercedes, de pie, le pedía a Atanasio que se acercara. El Gavilán quedo impactado por aquella belleza y lentamente se dejo caer boca abajo para impedir que lo fueran a ver. Mercedes había soltado sus trenzas y su frondosa melena cubría casi toda su espalda. Coqueta se movía sensualmente para agradarle a Atanasio. Lentamente con los brazos abiertos camino en el agua dando vueltas, por lo que el Gavilán pudo contemplar toda aquella belleza y por primera vez en su vida, sintió dentro del pecho algo diferente a lo que había sentido con todas las otras mujeres con quien había estado. El deseo le estallo repentinamente, pero también un torrente de ternura, algo que no se pudo explicar de inmediato, porque a esta mujer no sintió ganas de violarla, sino al contrario, le hubiera gustado ser aquel hombre que entendiendo las insinuaciones que le hacía Mercedes, también poco a poco se fue despojando de sus ropajes.
El Gavilán escucho como otros tres cuerpos se arrastraban hasta llegar junto con él.
__ ¿Qué es Gavilán? __ Escucho que le pregunto el Moco.
Con energía el bandido les hizo una seña poniendo su dedo varias veces sobre su boca indicándoles que guardaran silencio. El Pinto y la Canzanga, los otros lugartenientes obedecieron y acercándose al talud también, abrieron exageradamente los ojos emocionados.
__ Que chula vieja jefe, que chulada, ¿Qué esperamos pues, ni modo que ese cristiano nos la vaya a negar?
__Perate Moco, perate. Deja ver que va a pasar.
__ Pos como si no supiera jefe…mire a ese cristiano. Ya se está encuerando, pos que va a pasar… Por vida de mi santa madre __ Exclamo impactado el mismo hombre __ que poco que se tarde en nacer ese cristiano, nace puro pirrin, jijo de su madre, si no esta injertao de burro sabrá Dios que sea eso… éste sí que le ha de dar placer a la mujer.
Aquellas palabras le dolieron al Gavilán, sintió celos, por primera vez en su vida sintió celos. Poniendo sus codos sobre la tierra empezó a retroceder. No quería ver el acto de amor de Anastasio y Mercedes.
__Vénganse pa acá, no tienen que ver lo que no les importa __Les ordenó con rabia a sus lugartenientes. Lo obedecieron sin entenderlo. En otra situación ya estuvieran sobre la pareja, posiblemente el hombre ya estuviera muerto y la mujer en brazos de todos ellos. Luego se la llevarían para matarla y enterrarla junto con algún tesoro.
__Pero jefe __Insistió el Moco __No me vaya a decir que vamos a dejar ir viva a la palomita.
__Si Gavilán __Dijo aquel hombre manchado de jiricua y que por eso le llamaban el pinto __ No estaremos tan grandones del pirrin como el prieto ese, pero a lo mejor entre los cuatro lo acompletamos.
El Gavilán seguía serio, no entendía aquel sentimiento.
La Cazanga, un tipo de mas de dos metros de altura y que se caracterizaba por su valentía y por su odio por los cobardes le dijo con voz ronca.
__Nunca te nos has rajao Gavilán, ¿Pos hora que te pasa? Nunca había visto una vieja tan chula y ni modo que la vayamos a dejar ir.
Hasta ellos llegaron los gritos de placer de Mercedes y eso enardeció mas a los lugartenientes del Gavilán, en cambio él, sintió en su pecho un ardor desconocido, celos, coraje. Luego imagino que aquel trio de mugrosos la tocaran y sintió el mismo coraje. No, ellos no la iban a mancillar, Mercedes iba a ser para él solo.
__Ta bueno cabrestos, vamos a ir por ella. Pero eso si les voy a decir desde ahora. No quiero que me la vayan a tocar siquiera. Esa mujer va a ser solo mía, solo mía…entendido.
__Ese es el jefe, ya hasta lo empezaba a desconocer. Ta bueno Gavilán, ni quien te la vaya a tocar, pero al amiguito ese que la trae, si me vas a dejar que le moche el asunto, no es justo que tenga tanto.
__Esta bueno __Dijo el Gavilán al momento que desenvainaba su espada __Vamos pues, y que sea lo que la virgencita quiera.
En un arenalito los amantes descansaban luego de su juego de amor. El Gavilán los contemplo, aun desnudos, así iba a morir aquel maldito. Ella iba a ser solo para él.
Iba a saltar el paredón del talud, cuando escucharon aquellos gritos.
__ ¡Mama, papa! ¡Mama, papa! ¡Vengan, pronto!
Eso hizo que el bandido se detuviera, lo mismo que sus compinches. De inmediato Atanasio y Mercedes se levantaron y buscaron sus vestimentas para ponérselas. Apenas estaban a medio vestir, cuando aparecieron tras el recodo sus hijos, Don José María y los parientes de Mercedes.
__Es que los tastoanes nos enlodaron todo y venimos a bañarnos __Dijo Anastasio apenado y a manera de explicación __Pero como fue que dieron con nosotros.
Don José María volteado para otro lado contesto.
__Es que crucita nos dijo que nos apuráramos, que algo malo les podía pasar, ella fue la que nos dijo que estaban en el arroyo, por más que yo le dije que deberían de estar todavía en Moyahua.
En ese instante miro como algo se movía entre los arbustos, y aunque no con mucha claridad, si alcanzo a ver a los chinacos, y medio reconoció al Gavilán.
__ Y yo creo que mi niña tenía razón, vámonos, vámonos de inmediato de aquí.
__Apá __Dijo uno de sus hijos __ Iremos a Moyahua, ya estamos cerca.
__ No mijo, nos regresamos todos juntos, creo que el presentimiento de Crucita no estaba tan jerrao, vámonos pronto
__ pero no les dijo nada de lo que había visto.
El Gavilán y sus secuaces, al mirar que llegaban más hombres, desistieron de su intento. Era verdad que ellos eran muy valientes, pero no lo eran tanto como para arriesgarse contra el doble de lo que eran ellos, si al menos tuviera con él los veinte hombres que tenía en aquel momento sitiando la hacienda de Santa Rosa.
Sin embargo, a pesar de no haber podido tocar a Mercedes, el bandido quedo muy afectado por el sentimiento. No podía dejar de pensar en ella. Aquella visión le quedo tan gravada que de día y de noche la tenia presente. Se arrepintió de no haberlos seguido para saber en donde vivía. Cuando se robaba alguna muchacha, intentaba compararla con ella, pero era imposible. El amor le había nacido y solo pensaba en el momento de volverla a mirar. Por lógica sabia que ella tendría que ser de la comarca, pero entonces, ¿Por qué no se la encontraba por ahí? Siguió en sus correrías y sus robos, se iba por temporadas de Juchipila, pero pronto volvía, con la esperanza de encontrar a su güerita.
La oportunidad le llego en otra fiesta. El veinte de enero, el día de san Sebastián, fecha del aniversario de la fundación de Juchipila. En el barrio que llevaba el mismo nombre, en la aun pequeña ciudad, celebraban el onomástico del santo. Desde muy temprano llego Anastasio a invitar a sus familiares los Luna para que fueran a las carreras de caballos. Mercedes con sus niños, su madre y chagua, fue a misa y luego salieron a la calle en donde había muchos puestecitos de comida y artesanías.
El Gavilán y algunos de sus secuaces pasaron con rumbo al corredero en sus finos caballos, robados todos ellos de la hacienda de San Mateo, para el lado de Fresnillo. El Gavilán detuvo de repente su cabalgadura, frene a un puesto de loza estaba ella, su güerita, como solía llamarla.
__Mercedes, ven, mira que chulada de ollas para el mole.
Escucho que la llamaba su madre, hasta ahí supo cual era su nombre. Sin pensarlo dos veces se bajo de su caballo.
__ ¿Qué paso Gavilán? Ya van a empezar las carreras.
__ Síganle ustedes cazanga, luego los alcanzo.
__Ma pues, ¿Y eso?
En eso el mentada Cazanga distinguió a Mercedes y comento.
__Croque es la güerita del arroyo tu…válgame, si es. Pos ya veo, ta gueno, a luego nos vemos pues. Pero no creas que sea bueno que andes solo, ya ves que hay mucha gente que no te quere.
__No se apuren.
Amarró su caballo de un portón y luego, sin disimulo alguno se dirigió directamente a donde mercedes trataba unos jarros. Sus espuelas de plata y los exagerados adornos de su traje de chinaco hacían tal ruido que la gente no podía evitar voltear a verlo. Muchas mujeres suspiraban a su paso, pues era conocido por sus correrías y su físico aunado a su manera de vestir, hacia que mas de alguna suspirara por el bandido, aun sabiendo que se divulgaba por ahí, que era un asesino de mujeres.
Sin disimulo alguno, se paro junto a Mercedes y la llamo.
__Señora, señora bonita, doña Mercedes.
Mercedes sabía quien era aquel personaje tan temido. Sintió que él tomo su brazo y se estremeció, no se atrevió a moverse.
__Quiero decirle que la quiero mucho, que quiero que se venga conmigo, le voy a poner casa en donde uste me diga y la voy a hacer muy feliz.
__Suélteme por favor señor.
__Se lo estoy diciendo en serio, aquí dentro del pecho traigo una pasión muy grande, desde que la vi bañándose en el arroyo de Santa Teresa. No me la puedo quitar de la cabeza y vengo por uste… no quiero usar la violencia porque podría quedar mucha gente tirada, así que vale más que me siga.
__Déjeme usted señor, por favor, soy mujer casada, quiero mucho a mi marido.
__Olvídese de eso, yo le voy a dar a usted todo lo que nunca ha tenido, una hacienda, sirvientes, dinero, placeres, y amor, mucho amor.
__Mi marido me da mucho amor señor, por favor suélteme.
El recordar a Anastasio y su característica física en la que era muy superior a él, hizo que la soltara, eso no podía ofrecérselo él.
__ Se lo estoy pidiendo por las buenas, si no quiere, entonces me la voy a llevar a la fuerza.
__Deje a mi mamá, lo digo por su bien, déjela y retírese, la guardia civil ya sabe que está aquí y vienen por usted.
El Gavilán se estremeció. Aquella niña que tenia frente a él lo intimido. Volteo para todos lados y en efecto, a lo lejos miro las puntas de las bayonetas que cargaban los que se denominaban guardia civil de Juchipila. Estaba él solo, sin pensarlo dos veces se dirigió a su caballo, era tiempo de huir a donde andaban sus compinches. Pero antes de retirarse le dijo a Mercedes.
__Esto no se queda así, ya sabe que la quiero, y tarde o temprano vas a ser mía. No creo que vivas muy lejos, te voy a buscar.
Una vez que se fue, Mercedes se fue sentando y empezó a llorar por el miedo. Su hija se acercó y haciéndole una caricia en el pelo le dijo.
__No te preocupes mamá, este hombre jamás volverá a tocarte.
No fue difícil para el maleante encontrar a Mercedes. Otro día volvió a Juchipila y en el mismo barrio donde la mirara le dieron razón de ella. Era la madre de la niña zaurina.
A los pocos días fue a buscarla. Mercedes sacaba agua del pozo cuando miro que del camino real se desviaba aquel hombre que la tenía tan asustada. No le conto nada a Anastasio, y le pidió a sus acompañantes que no le contaran nada, no tenia caso. Pero ahora su problema era mayor. Estaba sola con su hija y sabía las intenciones de aquel malvado. Su primera reacción fue la de huir. Entro a toda prisa al jacal para agarrar a su hija y correr al monte, pero Crucita, que en ese momento jugaba con unos trastecitos que le habían comprado en el mismo puesto de loza, le dijo muy tranquila.
__No te preocupes mamá, ya te lo dije, ese hombre no te va a volver a tocar nunca. No tengas miedo.
Luego con mucha resolución salió al patio, en donde el Gavilán buscaba en donde amarrar su caballo.
__Ni siquiera amarre su caballo señor, usted ya se tiene que ir __Le dijo la niña con seguridad.
__Tu has de ser la niña Zaurina, así que ya has de saber que vengo por Mercedes, me la voy a llevar y nadie me lo va a impedir, ni tu siquiera.
__Si señor, ya sé que a eso viene, pero no se la va a llevar, porque usted se tiene que ir inmediatamente a Nochiztlan. Uno de los toros que usted se robo en San Mateo salió muy bravo y en la mañana corno al padre de usted. Ahora se está muriendo y si usted se da prisa todavía lo puede alcanzar con vida. Usted trae un remordimiento. Le duele nunca haberle pedido perdón porque usted le mato a su hermano por la golpiza que le puso por robarle cinco elotes. Así que si se da prisa lo puede alcanzar con vida. Y le voy a decir una cosa. Su padre si lo va a perdonar, pero más que nada porque lo ha vuelto rico por tanto dinero que le ha dado. Ándele, dese prisa, el viejo se está desangrando por dentro.
El Gavilán olvido al instante el cometido que llevaba a aquella casa. Quedo sorprendido por las revelaciones de la niña. Como sabría lo de los toros, lo de los elotes, y más que nada, que él había matado al hermano de su padre. Ya no dijo nada, a toda prisa monto su caballo y de igual manera tomo camino a Nochistlán, para llegar y ver que todo lo que le dijo la niña había sido cierto.
Mercedes nuevamente empezó a llorar. Crucita se acercó a ella y le dijo.
__No llores mamá, no ha pasado nada y nada va a pasar ya te lo dije.
__ Hija, estas muy chiquita para que puedas entender muchas cosas.
__No mamá, yo lo entiendo todo, todo y por eso te pido que no te preocupes, él no te va a hacer nada a ti.
__ No entiendes Crucita, he notado en la mirada de ese hombre, solo muerto va a dejar sus intenciones.
__Así es mama, solo muerto, por eso se va a morir el mismo día que yo le entregue mi alma a dios, los dos vamos a morir el mismo día. ¿Y sabes qué? Ya no falta mucho para eso.
Y luego de eso se fue a seguir jugando con sus trastecitos.
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